Cascanueces

Cascanueces para romper la cáscara. Trabaja como si no necesitaras el dinero, baila como si no te estuvieran mirando, ama como si nunca te hubieran herido.

27/07/2025

En los últimos 70 años de historia argentina, el peronismo ha sido una fuerza política fundamental, guiada por tres principios clave: Independencia Económica, Soberanía Política y Justicia Social. A lo largo de los diferentes períodos de gobierno peronista y no peronista, se han alcanzado logros y también se han producido retrocesos en la implementación de estos principios. A continuación, te presento un análisis detallado y comparativo.

1. Independencia Económica:
El peronismo ha logrado avances significativos en términos de independencia económica, particularmente en los gobiernos de Juan Domingo Perón (1946-1955) y Néstor Kirchner (2003-2007). En estos períodos, se nacionalizaron sectores clave, se promovió la industria nacional y se redujo la dependencia del capital extranjero, alcanzando un cumplimiento de hasta 85% en algunos períodos.
En los gobiernos de la oposición, como los de Carlos Menem (1989-1999) y Mauricio Macri (2015-2019), las políticas neoliberales y la apertura de la economía redujeron la independencia económica, con un cumplimiento que rondó entre 20% y 40%.

2. Soberanía Política:
El peronismo siempre ha promovido la soberanía política, con un énfasis en mantener una autonomía respecto a potencias extranjeras. Este principio se destacó durante los mandatos de Perón (1946-1955), y Néstor Kirchner (2003-2007), alcanzando un cumplimiento de hasta 90%.
Durante gobiernos no peronistas, especialmente en los de Carlos Menem y Mauricio Macri, la soberanía política fue disminuida por la alineación con Estados Unidos y el FMI, con un cumplimiento inferior al 40% en algunos casos.

3. Justicia Social:
Perón (1946-1955) implementó políticas sociales clave, como la creación del sistema de seguridad social y los derechos laborales, logrando un cumplimiento de 95% en este principio.
Los gobiernos de la oposición, como los de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, con políticas neoliberales, comprometieron los avances en justicia social, alcanzando un cumplimiento de solo 30% a 40%.
En Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, la justicia social fue uno de los pilares, con un cumplimiento de 90%, pero en los mandatos de Mauricio Macri, los recortes en gasto social y la política económica afectaron este principio, con un cumplimiento del 20%.

Conclusión:
A lo largo de los últimos 70 años, los gobiernos peronistas han logrado avances significativos en términos de independencia económica, soberanía política y justicia social, aunque también han tenido altibajos, especialmente en los períodos más recientes. Los gobiernos no peronistas han priorizado políticas neoliberales que, en muchos casos, han reducido el cumplimiento de estos principios, con especial énfasis en la subordinación económica y la reducción de derechos sociales.

Este análisis comparativo demuestra que, aunque el peronismo no ha logrado cumplir en su totalidad con sus principios a lo largo de los años, ha sido una fuerza política clave en la construcción de una Argentina más justa y autónoma, mientras que los gobiernos opositores, en muchos casos, han priorizado la apertura económica y la alineación con intereses externos a costa de la soberanía y los derechos sociales.

27/07/2025

Dónde estás, vos que sacas fotos de todo, pero sin cámara. Que bailas como Rita Hayworth sin despeinarte ni caerte de los tacos. Escucho tu risa pero no te encuentro entre tantos libertarios sueltos. Dónde estas musa, el papel blanco me intima, se acabo el vino y a pesar del fuego, ya siento frio.

Hoy, el mundo de la música lamenta la partida de Ozzy Osbourne, el icónico "Príncipe de la Oscuridad" y pionero del heav...
22/07/2025

Hoy, el mundo de la música lamenta la partida de Ozzy Osbourne, el icónico "Príncipe de la Oscuridad" y pionero del heavy metal, quien a sus 76 años nos deja un legado imborrable de música innovadora y una influencia cultural que resonará por generaciones.

22/07/2025

La Verdadera Batalla Cultural

Desde tiempos inmemoriales, la humanidad buscó comprender la fuerza que nos impulsa, esa chispa que anima nuestra existencia. Vivimos en una constante quimera por conseguir energía, un ciclo incesante donde nos "cargamos" de vitalidad para luego "descargarnos" al actuar, al crear, al simplemente ser. Esta búsqueda fundamental define nuestra experiencia y resuena con verdades exploradas por diversas corrientes filosóficas a lo largo de la historia.
Pero, ¿de dónde proviene esta energía vital? Al reflexionar sobre ello, nos vamos a centrar en dos fuentes primordiales, opuestas en su naturaleza y en sus consecuencias: el odio y el amor.

La Explosión Fugaz del Odio: Una Energía Deudora

La energía obtenida del odio es potente y, aparentemente, fácil de conseguir. Basta con enojarse, frustrarse o resentirse para sentir una descarga inmediata de adrenalina y una sensación de poder. El odio nos impulsa a reaccionar, a defendernos, a atacar. Filosóficamente, podríamos verlo como una distorsión de la voluntad de poder, una fuerza que, aunque intensa, tiende a ser efímera y, en última instancia, autodestructiva.
Pensemos en cómo funciona esta energía: es una reacción. Que surge en base a prejuicios instalados en la sociedad, muchas veces intencionalmente. Es una energía que se consume a sí misma, dejando a menudo un rastro de agotamiento y un profundo vacío. Su facilidad de acceso es su trampa: nos seduce con su inmediatez, pero nos endeuda con un costo muy alto. Es una inversión de capital emocional que produce rendimientos volátiles y a menudo negativos a largo plazo. Peor aún, la energía que obtenemos del odio solo sirve para alimentar más odio y conflicto, perpetuando un ciclo vicioso de destrucción y resentimiento.

El Susurro Persistente del Amor: Una Inversión Sostenible

En contraste, la energía obtenida del amor es sutil, perdurable y acumulativa. Aquí reside una profunda sabiduría. El amor, en su forma más pura –aquel que no espera nada a cambio, el ágape griego–, es una fuente de vitalidad que se nutre de sí misma. No es una reacción impulsiva, sino una elección consciente, una disposición fundamental del ser.
Esta energía no es un estallido, sino un flujo constante. Se acumula con cada acto de generosidad, de compasión, de comprensión. Es la fuerza que nos permite construir, perdonar, sanar y crecer. Su dificultad radica precisamente en su pureza: amar sin esperar una retribución, dominar la impulsividad de la reacción para elegir la contención y la empatía. Esto nos conecta con la ética estoica, donde el control de las pasiones y la aceptación de lo que no podemos cambiar son vías hacia la serenidad y la autarquía. La verdadera libertad se encuentra en el dominio de nuestros propios deseos y reacciones, lo que a la larga produce un placer mucho más profundo y duradero. Este no es el goce efímero, sino la profunda satisfacción de la paz interior y la plenitud que solo una conexión genuina y desinteresada puede ofrecer.

La Elección Vital: Sembrar Odio o Cultivar Amor

La vida, entonces, se convierte en un jardín donde debemos elegir qué semillas plantar. ¿Nos dejamos llevar por la facilidad destructiva del odio, alimentando una energía que nos consume y nos encadena a la amargura? ¿O abrazamos la tarea, más difícil pero inmensamente gratificante, de cultivar el amor, construyendo una reserva de energía que nos sostiene, nos eleva y nos permite florecer?
Esta reflexión nos invita a una introspección profunda sobre nuestras propias fuentes de energía. ¿De dónde nos alimentamos? ¿De la frustración que nos impulsa a la ira, o de la paciencia que nos lleva a la comprensión? La sociedad actual, muchas veces polarizada y reactiva, parece inclinarse por la vía del odio fácil. Las redes sociales, por ejemplo, pueden ser caldos de cultivo para la indignación rápida, generando una energía explosiva pero volátil. El desafío es resistir esa tentación y buscar el camino más constructivo, el que conduce a una energía perdurable y significativa.
En última instancia, la verdadera riqueza no reside en la cantidad de energía que podemos generar momentáneamente, sino en la calidad y sostenibilidad de nuestras fuentes energéticas. Elegir el amor sobre el odio no es solo una cuestión moral, sino una estrategia vital para una existencia más plena, auténtica y con propósito. Esta es la verdadera batalla cultural.

19/07/2025

Dejemos de competir, comencemos a cooperar.

Es hora de unirnos como comunidad para proteger lo que es de todos:
nuestra tierra, nuestro agua y nuestro futuro.

La cooperación es la fuerza que necesitamos para enfrentar los intereses que quieren dividirnos y explotarnos.

¿Te sumás?

Hoy, mientras bajaba de la majestuosa Sierra de los Comechingones, el atardecer me regaló una imagen inolvidable:

el sol comenzaba a ocultarse lentamente detrás de las sierras centrales, al otro lado del valle de Conlara, tiñendo el cielo de tonos cálidos y silenciosos.

Pensaba en la hermosa tierra que heredamos, en sus paisajes, su agua y su aire, y en cómo, generación tras generación, la vamos degradando con costumbres extractivas, como si los recursos naturales fueran infinitos.

El día que llegué por primera vez al valle vine desde Córdoba con la empresa "El Petiso", cruzando las Altas Cumbres.

Corría 1985, hacía escasos dos años que habíamos recuperado la democracia.

Para mí era como que el aire era más liviano, la vida más fácil.

Los artesanos no la pasamos bien durante "el proceso" (para los milenials: Gobierno Militar instaurado luego del golpe de 1976).

Imaginen que durante varios años uno iba a hablar con el secretario de Cultura y era más o menos el cabo Anastasio López.

Así conocí el espíritu merlino, ese que florece en los pueblos serranos donde el tiempo parece correr más lento.

Un lugar de gente tranquila y hospitalaria, donde los saludos se cruzan en cada vereda y la vida gira en torno a la plaza.

En Merlo, bendecido por el tercer microclima del mundo, las puertas estaban siempre abiertas, especialmente las de la municipalidad, reflejando una comunidad que todavía confiaba en el trato cara a cara y en la palabra compartida.

Recuerdo que cuando concurrí a preguntar si podía vender en la plaza, me dijeron:

“No, en la plaza no. Puede vender en cualquier otro lado, pero tiene que pagar el canon”.

Hay cosas que nunca cambian.

Pero para mí era casi un abrazo, después de tanto tiempo donde fui perseguido por las fuerzas empujadas por el lobby del comercio “legal” que ve equivocadamente a la economía popular como un competidor.

Pero aquellos primeros tiempos, gracias a unos pocos visionarios, dieron paso al progreso que todos esperábamos, que paulatinamente se fue desordenando debido a los tironeos que ejercían los distintos intereses en juego, hasta llegar al día de hoy.

Un ejemplo claro y urgente de esta explotación desmedida es el del agua potable, un recurso indispensable para la vida.

Sin embargo, la presión constante por lotear campos y transformar el suelo en una fuente de ganancias rápidas para unos pocos está poniendo en jaque el abastecimiento para todos.

Lo paradójico es que esa lógica termina afectando incluso a quienes la impulsan.

Y no es por ignorancia: abundan los estudios técnicos y científicos que describen con claridad las características particulares del recurso en la región, y proponen caminos más sustentables, aunque no tan rentables en lo inmediato.

Pero pareciera que algunos, aun con toda esa información disponible, insisten en pegarse tiros en los pies.

Y llegan a límites insospechados a fin de imponer sus intereses por sobre los de la comunidad merlina, a veces con tan poco tino que dan vergüenza ajena.

La historia nos muestra que las civilizaciones surgen, se desarrollan, pero cuando pierden el equilibrio con su entorno, comienzan a involucionar hasta desaparecer o ser colonizadas, con sus culturas diluyéndose en el crisol de razas que llamamos planeta Tierra.

Este planeta es el único que tenemos, no existe un “Planeta B”.

Cuidar el entorno es cuidar nuestro futuro y el de las generaciones que vienen, porque no heredamos la Tierra de nuestros antepasados para destruirla, sino para preservarla y mejorarla.

Leí por ahí que alguien dijo que la humanidad evolucionará cuando deje de lado la competencia para abrazar la cooperación.

Qué extraordinario sería ver a todos los socios de la cooperativa de agua unidos, defendiendo su derecho al agua y al futuro, enfrentando con firmeza los oscuros intereses corporativos y a sus cipayos:

esos funcionarios corruptos que se prestan a las más desleales prácticas con tal de cumplir su lastimoso papel de poner la cara de piedra y ejecutar órdenes ajenas al bien común.

17/07/2025

📘 Título: El Mono Malo
🐒 Una fábula del reino animal (y del otro)

🌟 PRÓLOGO
En el Reino del Bosque, cuando la fruta madura, todos los mamíferos se ilusionan con llenar sus cestas.Pero esta vez, al trono del león llegó un enviado especial: un mono con muchas ideas, pocas palabras claras y una agenda muy propia.Una fábula para reflexionar sobre quién reparte la fruta… y quién se la guarda.

📝 EL MONO MALO
Llegó la época de la fruta.Las ramas se veían vencidas por el peso de tan buena cosecha. Había esperanza.
El león, desde su trono, se removió inquieto. Rugió con tono firme:—¡Que venga uno de los monos!
Y para su desgracia, vino el mono malo.
El león —que llevaba melena pero no corona—le habló con voz dramática:—Anda en nombre de los mamíferos y reclama la fruta.Nosotros vamos más tarde.
El mono se retiró refregándose las manos, pensando qué ventajas podía sacar manejando la información de la fruta.
Al llegar al campo, vio que la cosecha era histórica. Sabores abundantes, frutas dulces, cestas llenas por delante. Una oportunidad para todos.
Pero el mono malo era tan malo que a veces se mordía su propia lengua al intentar explicar sus mentiras y tenía que llamar a su hermana para que lo apapache en la penumbra.
Camino de vuelta, se topó con los flamencos. Con su andar rosado y elegante, le ofrecieron algo brillante.
El mono no dudó:les prometió fruta libre, a cambio de una jugosa comisión.Así, él y sus descendientes nunca pasarían hambre.
Contento como perro con dos colas, siguió viaje.Hasta que aparecieron las langostas.Voraces, impredecibles, pidiendo fruta urgente.
El mono tampoco se achicó:les vendió también.Y sumó otra jugosa comisión.Sin culpa alguna, siguió pensando en la buena vida que se daría con lo recaudado.
Cuando llegó al trono del león, el mono —rasguñado convenientemente—dijo con tono grave:
—Mi señor León, la cosecha fue un desastre.Primero los flamencos, intenté defender la fruta, pero me atacaron (mire cómo me dejaron).Y después, las langostas.Tuve que huir.
El león, que no se pensaba levantar, contestó sin mover la melena:—Entonces andá vos y deciles a todos los del bosquecito por qué no hay fruta.
Y el mono fue.Con voz encendida, frente a los mamíferos reunidos, lanzó su discurso:
—¡El bosque nos roba!¡Por eso no hay fruta!
Y cerró con un grito que a muchos desconcertó:—¡Viva la libertad!
Y aunque no parecía tener mucho que ver,¿quién iba a oponerse a la idea de ser libre?

📌 NOTA DEL AUTOR
Toda similitud con la realidad no es coincidencia.En el bosque argentino, a veces los rugidos tapan los mordiscos.Y el que parte y reparte, se queda con la mejor fruta.

13/07/2025

El Atún y el Delfín: Una Lección de Igualdad

“No comas atún, los delfines mueren en las redes.” La frase resuena en la conciencia ecológica como un acto de sensibilidad: salvar a los delfines. Pero detrás de esa preocupación aparentemente noble, hay una paradoja moral difícil de digerir. ¿Qué pasa con el atún? ¿Es menos digno de compasión? ¿Su vida vale menos solo porque no sonríe?

Este ejemplo, simple y cotidiano, desnuda una lógica que atraviesa nuestra cultura: el valor que le damos a una vida o a una causa depende más de su estética, de su simpatía o de su utilidad, que de su verdadera vulnerabilidad. El delfín tiene carisma, inteligencia, forma parte del imaginario infantil. El atún, en cambio, no genera ternura, no vende remeras, no protagoniza películas. Y así, sin que lo notemos, establecemos jerarquías morales que se reproducen mucho más allá del océano.

Ocurre lo mismo en nuestra sociedad. Nos conmueve la tragedia cuando afecta a alguien que se parece a nosotros, que pertenece a nuestra clase, a nuestro barrio, a nuestra tribu. Pero cuando la víctima es un joven pobre, un migrante, un adicto, una mujer trans, cuesta más encontrar empatía, justicia o incluso un espacio en los medios. Se vuelve “el atún” de la noticia: apenas un dato accesorio, parte del daño colateral.

La selección de causas no es inocente. Y muchas veces, no depende de lo justo, sino de lo útil. Detrás de cada agenda de sensibilización hay una maquinaria de visibilidad, y en el corazón de esa maquinaria están los medios de comunicación, operando como brazo extendido de intereses económicos, políticos o ideológicos. Allí donde hay lobby, hay cámaras. Y donde hay cámaras, hay relato. No un relato cualquiera, sino uno cuidadosamente construido para moldear la percepción pública.

El delfín tiene lobby. Tiene ONGs internacionales, tiene celebridades que lo abrazan, tiene su espacio en los manuales escolares y sus etiquetas en los supermercados. El atún no. Y eso no ocurre solo en el mundo animal. Las causas que tienen lobby —porque conviene apoyarlas, porque dan buena imagen, porque alinean con los negocios— son amplificadas. Las otras, se silencian o se ridiculizan. No porque importen menos, sino porque no responden a los intereses de quienes manejan los micrófonos.

Así se construye el mapa emocional de una sociedad: no a partir de su sentido ético, sino de una sensibilidad guiada, inducida, coreografiada desde arriba. La justicia se vuelve selectiva. La empatía, condicional. El compromiso, estético.

La moraleja es urgente: la vida no debería medirse por su valor mediático. Si aspiramos a un mundo más justo, necesitamos romper esa lógica que nos enseña a salvar delfines pero aceptar el sacrificio del atún. A empatizar solo con quienes aparecen en pantalla. A indignarnos solo cuando conviene.

Porque todos, al final, compartimos el mismo océano.

Leo con preocupación a muchas personas —bienintencionadas, incluso— que repiten la idea de que "las riquezas de Argentin...
12/07/2025

Leo con preocupación a muchas personas —bienintencionadas, incluso— que repiten la idea de que "las riquezas de Argentina no alcanzarían para todos", como si fuéramos un país pobre. Ese es uno de los grandes mitos que se han instalado desde hace décadas, muchas veces promovido por quienes se benefician de un modelo injusto de distribución.

La realidad es que Argentina no es un país pobre, sino empobrecido. Somos uno de los principales productores de alimentos del mundo, tenemos litio, gas, tierras fértiles, agua dulce y un entramado científico-técnico valioso. El problema no es la falta de riqueza, sino su concentración y mal reparto.

Por eso, más que hablar de "eficiencia" o de "mérito" —como repite el discurso oficial— hay que poner en el centro la distribución de la riqueza. Porque sí, el empresario pone capital, pero el obrero aporta trabajo y el Estado garantiza infraestructura: rutas, energía, puertos, conectividad, subsidios y servicios. Es un sistema de tres patas: capital, trabajo y Estado. Si una de esas partes no recibe lo que le corresponde, el sistema se desbalancea.

Hoy, el gobierno insiste en que la única salida es lograr el déficit fiscal cero, como si se tratara de una verdad sagrada. Pero detrás de ese "caballito de batalla" lo que hay es un ajuste feroz sobre el gasto público que recae en los sectores más vulnerables, mientras se evita discutir quiénes concentran la renta y en qué condiciones tributan los grandes grupos económicos.

A esto se suma un dato inquietante: se estima que cerca del 45% del empleo en Argentina es informal, y que hasta el 60% de la economía se mueve en negro. Es como si en tu casa vivieran 10 personas, pero solo 4 o 5 pusieran plata para pagar la luz, el gas y la comida, mientras todos usan los recursos por igual. ¿Cuánto tiempo aguantaría ese hogar sin entrar en crisis?

Por eso, la discusión que falta no es sobre el "gasto", sino sobre la responsabilidad social y el modelo de país que queremos. Si queremos una Argentina sostenible, necesitamos trabajo formal, impuestos progresivos, un Estado activo y una ciudadanía que deje de repetir slogans sin revisar a quién benefician.

27/10/2024

La buhardilla

Vamos, compadezcamos a los que están mejor que nosotros,

vamos, amigo recordemos,

que los ricos tienen camareros y no amigos

y nosotros tenemos amigos y no camareros.

Vamos, compadezcamos a los casados y a los no casados.

La aurora entra con pasitos menudos

como una dorada Pavlova,

y yo estoy junto a mi deseo.

Y la vida no tiene nada mejor

que esta hora de diáfana frescura,

la hora de despertarnos juntos.

Ezra Pound

27/10/2024

Aliado al presente

Añoró la querencia anoche en la lluvia. Mientras la tristeza goteaba sobre la mesa, la luna, hizo un gol que entro en el ángulo de la ventana, por mas que voló, no pudo detenerla.

Cuando se recuperó de la sorpresa hacía frio,
el abrigo de las estrellas le quedo corto, pero pronto
llegó la mañana con sus trinos y gorjeos, plena de vida…

Parece que le dieron un beso en los miedos,
corre la sangre loca por sus venas,
empujada por un corazón demente de amor;
que gobierna apresurado, antes que despierte la mente, que normalmente lo supera.

Dispuesto a discutir condiciones esta el gaucho.
No es cuestión de cruzar el umbral sin tener todo listo.
Mientras tanto a ningún placer se resiste,
sino mas bien se deja llevar donde el sentir le indica.
Mientras tanto, piensa, no es momento para que achique
sino mas bien pa taconear.

Y se imagina peinando la costa al galope
a caballo de un viento comechingón
dejando todo atrás,
aliado al presente.

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