09/07/2025
9-07-2022-
Por -Denise Moro-
-Extracto de su libro sobre Joao Luiz Pozzobon-
En ocasión de la Misa del día 7 de de julio de su partida a la casa del Padre.
“Durante su adolescencia Ely trabajaba en el almacén como todos los hermanos. Un día Don Joao le pide que procure aprender a coser. La pequeña Ely quería estar cerca del padre y los hermanos, sin embargo obedeció y no era que le atrajese. La intuición del padre no fallará. Además de costura, aprende tejido, crochet, bordado, flores de tela y cocina ¡Cómo le gustó hacer artesanía! Era su realización personal y su forma de ayudar en la economía de la casa. La Peregrina Original era cuidada por Ely con esmero, además de mucha Fe. Joao le enseña a cerrar las puertecitas con delicadeza, a desempolvarla y que no le faltara un vaso con flores naturales.
Ely hacía todo con alegría y amor. Nunca le escuché reclamar cosa alguna. Ni siquiera cuando llegó la enfermedad. Se apenaba cuando no le avisaban de la llegada de alguna peregrinación. Me decía: “¿Cómo no avisaron a las hijas?”
Estaba siempre dispuesta, bien arreglada y sonriente para acoger a todos. Asumió la Campaña del Santo Rosario con la misma entrega que Don Joao: entendía la importancia de todo lo que su padre realizó.
Ely fue testigo de uno de los momentos más importantes y decisivos para la Campaña. Don Joao sabía que su tiempo aquí estaba llegando a su fin.
Estaba por cumplir 80 años y se preocupaba por la continuidad de su Campaña del Santo Rosario. La visita del Padre Esteban Uriburu trajo una esperanza, ¿su oración había llegado al cielo? En febrero Don Joao me pide que le lea la carta que vino de Argentina. Era de la señora Ana Echevarría pidiendo 25 imágenes para ser llevadas a toda América.
Ely ya había leído la carta en voz alta a Don Joao. Ahora él me pide que yo se la lea nuevamente. Cuando termino, una alegría invade la sala: miro a los dos y ambos sonríen.
-“¡Qué buena noticia!”- comentó.
-“Importantísima”, dice Joao. Rápidamente redacta una respuesta que paso en limpio.
Ely se preocupa de que su padre esté bien vestido, compra una tela verde claro para el nuevo traje de Don Joao. La casa recibe nuevos adornos, manteles, flores, sin olvidar de que ahora hay siempre dulces caseros en la heladera en caso de que llegue una visita. Así Ely acogió el nuevo tiempo de la misión de su papá y continuó después de su muerte.
Ely Vilma, al dejar la casa donde crecieran para vivir junto al Santuario, asumieron la misión dada por el Padre Esteban: ellas escribían sobre papel todos los recuerdos de su infancia que luego eran entregados al acervo. El Padre Esteban compró un cuaderno de visitas e instruyó a las dos para que siempre registraran la presencia de cada peregrino que visitase a las hijas de Don Joao. La nueva casa era una continuación de lo que ahora es museo.”