22/10/2025
Vamos al hueso: lo que pasó en Londres no fue un partido, fue una clase. Pero no de táctica, ni de estrategia, ni de esas cosas que se dicen para maquillar papelones. Fue una clase de cómo se le baja el volumen a un equipo que viene con cartel (Pero sin enchufe). Arsenal no preguntó, no avisó, no pidió permiso. Salió, pisó fuerte y le metió cuatro cachetazos al Atlético que todavía está buscando el botón de reinicio.
Porque sí, el arranque fue de esos que prometen piña por piña. Medio campo trabado, piernas fuertes, miradas de guerra. Pero mientras el Cholo Simeone apretaba los dientes... Los de Arteta ya estaban oliendo sangre. Julián Álvarez tuvo su chance (Sí, un misil al travesaño que hizo temblar hasta los parlantes del estadio). Pero fue eso: un fogonazo y chau. Después, todo fue rojo.
Y cuando digo rojo (No hablo de pasión). Hablo de presión, de intensidad, de no dejarte respirar ni para atarte los cordones. El Arsenal te corre, te muerde, te encierra. Y cuando te equivocás, te vacuna. Así fue: centro quirúrgico de Rice, cabezazo de Gabriel Magalhães y a cobrar. El primero. El principio del fin.
¿Querés más? Tomá... Lewis-Skelly se metió por la izquierda (Como si fuera su casa) le dijo “tomá y hacelo” a Gabriel Martinelli, y definió cruzado. Segundo. Y ahí, el Atlético ya no sabía si marcar, rezar o pedir la hora. Pero no terminó ahí... Porque mientras Simeone metía cambios (Como quien busca monedas en el sillón), Gyökeres se relamía.
El sueco no es de hablar mucho, pero cuando se mete al área, grita. Y gritó dos veces. Gol. Otro. Cuatro a cero (Y no fue exageración). Fue lo que hubo. Porque mientras uno jugaba con el cuchillo entre los dientes, el otro ni sacó el tenedor.
Después, lo de siempre: cambios para la estadística, piernas frescas para la foto. Arteta metió a White, Merino y Nwaneri. El Atlético, un remate desviado de Griezmann y nada más. Ni orgullo, ni rebeldía, ni reacción. Solo caras largas (Y un banco que no sabía si mirar el reloj o el piso).
Arsenal con puntaje perfecto, defensa cerrada con candado y un ataque que no perdona ni en los entrenamientos. El Atlético de Madrid, en cambio, con tres puntos, cara de preocupación (Como la del Cholo en esta publicación) y un calendario que no perdona. Si no ajustan... Se quedan afuera antes de que empiece el calor.
Así que sí, fue una paliza (Pero no de esas que duelen). De esas que te dejan pensando si no te equivocaste de torneo. Porque una cosa es perder. Otra es no competir... Y eso, en Champions League, se paga caro.
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