02/07/2025
🐎Un día, un b***o cayó en un pozo profundo.
Su dueño intentó sacarlo.
Amarró sogas, pidió ayuda, intentaron tirar de él…
Pero no pudieron.
Pasaron horas.
El b***o se notaba cansado.
No comía, no bebía, apenas se movía.
Entonces, los vecinos, al ver que no había forma de sacarlo, le dijeron al dueño:
—Es mejor que lo des por perdido. El pozo es profundo, no vas a poder sacarlo.
—Pero no lo podemos dejar así, sufriendo ahí abajo —dijo otro—. Lo más humano sería echarle tierra y terminar con su dolor.
El dueño, resignado, aceptó.
Y empezaron a echar paladas de tierra al pozo.
Cada golpe de tierra caía sobre el lomo del b***o.
Primero se asustó.
Se agitó.
Rebuznó desesperado.
Pero al poco tiempo… algo cambió.
Con cada palada, el b***o sacudía la tierra de su lomo… y la pisaba.
Cada vez que la tierra caía, él la sacudía y la convertía en suelo firme.
Palada tras palada.
Golpe tras golpe.
Sacudía y subía.
Sacudía y subía.
Los vecinos, desde arriba, comenzaron a notar cómo el b***o, poco a poco, se acercaba a la superficie.
Y después de varias horas…
Ahí estaba.
Parado, vivo, y fuera del pozo.
Lo que parecía su final… terminó siendo su salida.
Y es que así es la vida muchas veces.
La gente te echa tierra encima:
Críticas, traiciones, desprecios, obstáculos.
Todo parece querer hundirte.
Pero si aprendes a sacudirlo…
Si en lugar de rendirte, pisas sobre eso mismo que intentaron usar contra ti…
Terminas saliendo.
No siempre vas a poder evitar que la vida te golpee.
Pero siempre podrás decidir qué haces con cada golpe.
A veces, los problemas que hoy te están hundiendo…
Son los mismos que mañana te van a levantar.