14/10/2025
👁revista casaxcasa #252:
Osvaldo Fuentes
EN EL BARRO
Visitamos en su taller al experimentado ceramista, que tiene una muy amplia trayectoria como artesano, artista y docente.
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De Osvaldo se puede decir que es ceramista, docente, alfarero, escultor, pero él prefiere definirse como ceramista: «La cerámica no sólo es una manera de ganarte la vida sino una forma de vivir, de pensar y sentir sobre la base del barro. Lo lindo en este oficio es que uno trabaja, disfruta y no te das cuenta cuando estás trabajando».
Estudió en la Escuela Superior de Enseñanza Artística de Cerámica N°1, de la calle Bulnes en Almagro, aunque su camino con la arcilla y el horno había empezado antes, en las clases de cerámica de tercer año de la secundaria en la Escuela Echeverría, por la generosidad de una profesora que lo incentivo a crecer en esa actividad y, cuando ella fue dejando sus horas como docente, le facilitó el camino para reemplazarla: «En la cerámica se puede ir por distintos lados, por la enseñanza, por la producción, por la producción artística, por lo social. Por donde vayas desde el barro conectás con gente y con trabajo. Yo traté de ir por todos los lugares que pude, di clases a chicos ciegos, a comunidades trans, a poblaciones indígenas, a chicos de primaria, de secundaria y la tarea que me llevó gran parte de mi vida fue en la Secretaría Nacional de Niñez Adolescencia y Familia, donde trabajé haciendo cerámica con jóvenes de hasta 21 años privados de la libertad por causas muy grandes y chicos y chicas detenidas».
En el taller del ceramista, los materiales, las herramientas y las piezas, algunas ya terminadas, otras en proceso, son una muestra de las distintas etapas por las que pasa su trabajo, de raíces ancestrales, para poder convertir el barro en arte.
Le pedimos que nos hable de su taller, de la arcilla, del torno de alfarero y del fuego:
-Mi taller es el ancla, desde acá voy para todos lados.
Yo preparo la pasta que voy a utilizar de acuerdo a mi propia fórmula según las piezas que quiera hacer.
Nosotros no tenemos una gran cultura de cerámica como sí tienen en oriente, pero convivimos con cerámica: el inodoro, los platos, los ladrillos, los azulejos son de cerámica. No sabemos qué materiales tienen, ni que es un esmalte ni una losa, pero los usamos todos los días.
El torno es una herramienta más de expresión. A la alfarería, por lo general, uno la tiene como que es rutinaria, utilitaria y seriada. Yo creo que es eso y mucho más, que se puede lograr una alfarería personal, con una expresión y que la idea de lo utilitario si se mezcla con lo estético se cierra mucho más. Uso mucho la alfarería para hacer escultura.
Sin el fuego no existe la cerámica, porque ahí hay una transformación química de los materiales y cada estilo de pieza tiene su manera de horneado. Yo utilizo hornos eléctricos, a gas, a leña, con aserrín, con carbón, me gusta el horno de leña. En los últimos años trabajo mucho con la alta temperatura, los 1260, 1300 grados, que es la temperatura del gres y la porcelana. Mis horneandos a leña son de 12 horas y el horno tiene como 5 días de enfriamiento, así se logran otros esmaltes.
Son trabajos que llevan pocos recursos, pero en los que necesitás un horno que llegue a esa temperatura. Todo eso tiene que ver con la cerámica oriental.
Estoy en Fragmentos, un grupo de ceramistas donde estudiamos los esmaltes orientales de distintas dinastías y se pueden reproducir los esmaltes que están en los museos con las mismas formulas.
-¿Qué lugar ocupa en vos la enseñanza?
-Disfruto mucho enseñar, a veces pienso que la cerámica es una excusa para crear grupos, me gusta armar grupos y que se potencien. Eso me pasa en Villa Mecenas, en Morón, donde doy clases desde hace más de 20 años, en el Centro Cultural de Morris, que con esfuerzo se está armando y en mi propio taller. Doy con la misma pasión y ganas en los tres lugares.
-Entre otros logros, obtuviste el 2do y 3er premio de Escultura del Salón Nacional de Artes Visuales.
-Sí, donde hay salones, presento. Mi postura es que uno, como hace, tiene que mostrar, pero es una lotería que se da cuando se alínean los planetas. Como no puedo llenar mi casa de cosas, las s**o a pasear, si de todo eso alguien ve algo, te da una palmadita y a su vez se acompaña con un efectivo, buenísimo.
-Contanos sobre tus viajes a China.
-Para un ceramista ir a China es como ir a la Meca. El primer viaje lo hicimos para festejar un cumpleaños especial de Marisa, mi pareja. Fuimos por su cumpleaños, pero yo también aproveché para mirar cerámica y hablar con ceramistas.
Los chinos han sido increíblemente hospitalarios, a donde íbamos nos abrían las puertas y nos invitaban a tomar té. Nos comunicábamos por intermedio de los teléfonos o con dibujitos. Con nuestro hijo León, que era chiquito, íbamos caminando por los pueblitos rurales de noche, nadie te pide documentos ni hay inseguridad, si nos perdíamos nos acompañaban a nuestros lugares y hasta se tomaban un colectivo con nosotros.
Volvimos a viajar por turismo al año síguiente, luego por la pandemia no pude ir a una invitación y ellos me compraron obras. En este último viaje, para aplicar a una residencia tuve que presentar todos mis trabajos, me pidieron radiografías de hasta el último detalle de salud, papeles policiales, cartas de recomendación de la Academia Internacional de Cerámica, fotos, el porqué del viaje, qué proyectos tenía. Quedamos seleccionados 15 ceramistas de distintos países.
Ahí compartimos 2 meses, antes recorrí otros lugares de China con un ceramista uruguayo amigo. La universidad está en Jingdezhen, la ciudad de la porcelana. Tiene unas 20 manzanas con lagos, anfiteatros, salas de conferencias, todo dedicado a la cerámica.
Durante esos meses, desde que me levantaba hasta que me acostaba tenía cabeza de ceramista. No daba clases en otros lugares, no era esposo, no era padre, era cien por ciento ceramista. Hice un montón de laburo, me dije: «cuando vuelva a la Argentina no me para nadie», pero me paró la realidad de un cachetazo.
-¿En qué cambió tu visión de la cerámica desde cuando empezaste hasta hoy?
-La cerámica para mí es una forma de comunicación, es el mundo de las ideas llevado a lo material y el que lo ve puede hacer una lectura de eso. En mí esa visión no cambió porque a los 15 años pensaba lo mismo que ahora. Lo que cambió es el tener mayores posibilidades de herramientas y el manejar las cosas que te pasaron en la vida. Todo eso lo llevas al barro. hcxc
IG: osval_fuentes