20/11/2024
DECLARACION DEL EXJUEZ YRINIA EN RELACION DEL CASO ZOE
OPINOLOGOS ENSOBRADOS CONTRA PERIODISTAS EN SERIO.
Ayer tuve una experiencia bastante desagradable en un supuesto
programa periodístico del canal A24, de CABA, Argentina. El conductor
principal es Pablo Ponzone, acompañado por otros que ni siquiera me
molesto en identificar porque no vale la pena. La pregunta es: ¿cómo
definir a esos personajes que opinan de todo sin tener la menor idea
de lo que hablan o preguntan? Esos que hablan con autoridad, pero
no tienen conocimiento real de lo que dicen, y encima siguen
despotricando una vez que el entrevistado ya no está al aire.
A este tipo de personas se las puede calificar como opinólogos, o si
queremos usar términos más formales, pseudoexpertos o diletantes.
Aquí algunos perfiles que los describen:
Pseudoexperto: Alguien que aparenta saber mucho de un tema, pero
en realidad no tiene fundamentos sólidos, especialmente científicos.
Hablan con seguridad, pero sin pruebas.
Diletante: Aunque suene más neutral, describe a alguien que le
interesa todo, pero no sabe nada en profundidad. En algunos casos,
el término tiene un tinte despectivo.
Dogmático: Persona que opina desde sus creencias personales sin
basarse en hechos concretos o verificables.
Charlatán: Este es perfecto para quienes se venden como
conocedores, pero todo lo que dicen es humo.
En definitiva, un opinólogo mezcla un poco de todo lo anterior. Si
buscamos algo más profesional, "pseudoexperto" es el término ideal.
Si lo queremos más informal o directo, "opinólogo" o "charlatán"
encajan perfecto.
Ahora, el concepto de "periodista ensobrado" merece una
explicación aparte. Esto se refiere a aquellos periodistas que reciben
beneficios, sean materiales o simbólicos, de políticos, empresas o
grupos de interés, a cambio de manipular su trabajo. Dicho de otra
forma, no son independientes.
Características de un periodista ensobrado son:
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Dependencia económica o ideológica: Responden a quien les paga o
apoya, no al público.
Manipulación de la información: Deciden qué contar y cómo contarlo
según los intereses de sus benefactores.
Conflicto de interés: En lugar de informar con objetividad, actúan como
propagandistas.
Pérdida de credibilidad: Cuando esto se descubre, su reputación
queda por el suelo.
En resumen, un periodista ensobrado deja de ser un profesional y se
convierte en un peón de intereses ajenos. Agustín Laje lo explica bien
cuando critica cómo ciertos periodistas terminan siendo herramientas
del poder político o económico.
Por otro lado, está el contraste: un periodista serio. ¿Qué hace a
alguien digno de este título?
Cualidades de un periodista serio son, por ejemplo:
Rigor: Verifica todo antes de publicar.
Compromiso con la verdad: Busca reflejar hechos, no creencias ni
manipulaciones.
Ética: Respeta a las personas, evita conflictos de interés y sigue
principios profesionales.
Independencia: No se deja influenciar por terceros.
Capacidad analítica: Va más allá de los titulares; conecta los puntos
y da contexto.
Habilidad de comunicación: Sabe explicar lo complejo de forma
clara.
Curiosidad intelectual: Siempre está buscando aprender y entender
más.
Responsabilidad social: Informa con el propósito de educar, no de
alarmar.
Adaptabilidad: Usa nuevas tecnologías y entiende los cambios en el
mundo mediático.
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Resiliencia: Se mantiene firme ante adversidades para llegar a la
verdad.
Un periodista serio es un pilar en la sociedad. Informa, educa y
fomenta el pensamiento crítico.
Lo que viví ayer fue todo lo contrario. Me encontré con gente que no
escuchaba argumentos ni explicaciones jurídicas válidas, solo
atacaron con agresividad y difamación. Lo peor, desinformaron
intencionalmente para ocultar la verdad.
Es momento de erradicar las prácticas de estos opinólogos
charlatanes ensobrados y dar paso a periodistas verdaderamente
comprometidos con su labor. Este tipo de personajes no solo
desvirtúan la profesión, sino que también causan un daño significativo
a nuestra sociedad, al priorizar intereses particulares por encima de la
verdad. No es casualidad que la prensa en general sufra hoy una baja
calificación ante la ciudadanía: mientras los auténticos periodistas se
vuelven una rara excepción, proliferan los opinólogos ensobrados que
moldean sus discursos según los intereses de quienes los financian.
Es hora de reivindicar el periodismo serio, aquel que informa con rigor,
ética y responsabilidad, porque solo con una prensa íntegra y
confiable podemos construir una sociedad mejor informada y
más crítica.
HLY, 20-11-2024 Dubai.