
25/05/2025
Conocimos a Ángel en pleno encierro de pandemia por una idea loca y ambiciosa.
Algo que no se pudo hacer pero que se transformó en una amistad y sociedad.
Tomamos mil cafés.
Lo vimos hacer magia con la música de los clásicos de Paramount y nos hizo llorar a todos en la sección de Forrest Gump.
Hicimos varios shows en su casa, que era el Luna Park, donde no solo aprendimos, sino que la pasamos muy bien.
Nos abrió las puertas de su mundo y nos enseñó un montón.
Crear con él “Let it be, a beat symphony” fue un sueño beatlemaniaco que nos llena de orgullo.
También celebramos a Sandro, a su amigo Juan Rodó y fuimos testigos de cómo le abrió la puerta a nuevos artistas, en este caso de la música electrónica.
Pero nos quedamos con las cenas post shows en donde aparecían las mejores anécdotas y las risas.
Hoy nos toca despedirlo con un profundo dolor, pero sabiendo lo afortunados que fuimos y lo afortunado que fue el mundo de la música por su obra, que ya es eterna.
En tiempos donde todo es efímero, donde se resalta lo material, una persona así es como una leyenda.
El arte ante todo.
Ángel, estaremos por siempre muy agradecidos por tu generosidad