
07/08/2025
¿Dónde está el botón de apagado?”El grito silencioso del dolor insoportable.
Esta paciente enfrentaba un cáncer en etapa avanzada. Su dolor no era sólo físico, sino existencial. Había alcanzado ese punto en el que ya no se busca tanto mejorar, sino simplemente dejar de sufrir. Había reducido su vida a lo esencial: comer, dormir, tolerar. Todo lo demás era secundario. El dolor la obligaba a vivir en modo supervivencia.
Su pregunta fue una forma de decir: “Ya no puedo más. ¿Cómo se apaga esto?”
El dolor que no se ve, pero que todo lo condiciona
En medicina hablamos de escalas del dolor, de porcentajes, de niveles. Pero para quien lo padece, el dolor es total. Es un invasor que se instala en el cuerpo, toma la conciencia, y transforma cada día en un campo de batalla.
Hay dolores que se medican. Pero hay otros que requieren más: empatía, escucha, acompañamiento, humanización del acto médico.
Esta paciente me recordó que el humor, incluso en el sufrimiento, es un mecanismo de defensa, una manera de resistir. Pero también una alarma encendida: detrás de la broma, el cuerpo pide ayuda a gritos.
Lo insostenible que se vuelve cotidiano
En los pasillos de la medicina, solemos ver rostros cansados, palabras resignadas, miradas que ya no preguntan. Pero, a veces, aparece una frase como esa, que lo cambia todo. Nos confronta con la dimensión más humana de nuestro rol: aliviar, contener, y, cuando no se puede curar, estar.
¿Dónde está el botón de apagado?
Tal vez no existe. Pero sí existe la posibilidad de acompañar ese dolor, de tratarlo con dignidad, y de que el paciente no lo transite en soledad.
Conclusión
Esa frase me quedó grabada porque me hizo reflexionar sobre el límite del sufrimiento humano, sobre la necesidad de escuchar más allá de las palabras, y sobre lo mucho que aún podemos hacer incluso cuando la medicina no puede ofrecer cura.
Apagar el dolor, aunque sea por un instante, puede ser el acto más compasivo de todos. Porque no siempre se trata de vivir más. A veces, solo se trata de no doler.