18/11/2025
Carta esperanzada a quien todavía no conozco
En mi vida —aún corta pero llena de aprendizajes— debo reconocer que el amor no siempre se me hizo fácil. Viví relaciones largas, un matrimonio y también historias breves que no dejaban demasiado. Sin embargo, en ninguna encontré todavía a esa persona que, con una mirada sincera, me dijera: “Te elijo. Quiero caminar contigo.”
Tal vez guardé demasiado tiempo el romanticismo de otras épocas, esas donde el amor parecía capaz de vencer cualquier obstáculo. Crecí creyendo en esas historias y deseando vivir una propia. Caminé, conocí, intenté… y muchas veces me golpeé con muros que no supe derribar. Pero no por eso dejé de creer.
Hoy estoy sola, sí, pero por elección. Para cuidarme, para reconstruirme, para guardar en un lugar seguro esa parte de mí que todavía cree en la ternura. A veces me pregunto si eso de encontrar un “alma gemela” existe o es solo la moda del momento. No tengo respuestas… pero tengo esperanza.
Porque aunque todavía no conozca lo que es enamorarme de verdad, sé que el amor no es solo química o ecuaciones imposibles. Sé que existe en miradas que conectan, en palabras que sanan, en gestos que sostienen. Y sé que algún día lo voy a encontrar.
Sigo soñando con ese hombre que me dé un beso perfecto, que me espere con un café, que me tome de la mano a la salida del cine; alguien con quien las conversaciones no se agoten y con quien la noche parezca un regalo. No perfecto… sino presente, sincero, real.
Me gustaría creer que él también está buscándome, en algún lugar del mundo. Que mientras yo escribo estas palabras, él piensa —sin saberlo— que falta alguien como yo en su vida.
Esta carta es para mí, para recordarme que el amor no está perdido. Que no estoy atrasada, ni equivocada, ni destinada a la soledad. Que todo llega a su tiempo. Y que cuando encuentre al hombre correcto, lo reconoceré. No habrá dudas, solo calma. Solo hogar.
Porque ese día llegará. Y cuando llegue, no lo dejaré ir. Caminaremos juntos, envejeceremos juntos y quizá —quién sabe— nos reencontremos en otras vidas también.
Te sigo esperando.
Y ahora, más que nunca, confío en que vas a llegar.