08/08/2024
De Odarda a Villaverde en Camión: El Camaleónico Viaje de Tortoriello
¡Ah, la política! Ese deporte de riesgo donde los únicos que ganan son los que se atreven a cambiar más veces de camiseta que Maradona en un partido amistoso. Y hablando de cambios, tenemos al campeón indiscutido del "salto al vacío con paracaídas prestado": el inefable Tortoriello.
Este muchacho, que parece tener más vidas políticas que un gato con contratos de obra pública, ha demostrado que la lealtad ideológica es algo tan flexible como una goma de mascar en verano. Porque, claro, lo importante no es el partido, la ideología, o los valores... ¡Lo importante es ser el que se queda con la última medialuna en la reunión de comité!
La trayectoria de Tortoriello es digna de una telenovela venezolana. Primero, intendente de Cipolletti gracias al empujoncito de Bautista Mendioroz y Magdalena Odarda en el ARI. Pero, claro, una vez que ganó, no dudó en saltar al PRO como quien se cambia de fila en el supermercado porque la otra parece más rápida.
¡Y qué decir de su paso como presidente del PRO! Ahí llegó con la promesa de depurar el partido. Pero, después de cuatro años, la única depuración que hizo fue la de su agenda de contactos. Trajo a personajes que hasta los comedores de Corleone habrían rechazado por "demasiado turbios". ¡Y nosotros que pensábamos que Aníbal era el nombre de un protagonista de película de terror, no de su mano derecha!
Después vino su gran paso por el Congreso, donde defendió los intereses de Río Negro con la misma pasión que un chico defiende sus verduras en la mesa: es decir, no se le vio. Claro, la política es cosa seria y él estaba más ocupado en preparar su próximo gran salto: ser candidato a gobernador... y perder, pero perder con estilo, que es lo que cuenta.
Pero, ojo, que cuando uno piensa que Tortoriello ya tocó fondo, él siempre encuentra una pala más grande. Perdió la presidencia del PRO y en lugar de hacer un tango de despedida, decidió no ir por la re-reelección, no vaya a ser cosa que los fantasmas del pasado lo voten en contra. Eso sí, cuando las elecciones nacionales llegaron, él no dudó en apoyar a Horacio Rodríguez Larreta, y cuando perdió, pidió el voto en blanco. ¡Eso es lealtad! O estrategia, o confusión... ya no sabemos.
Y en la última vuelta de tuerca, cuando ganó Javier Milei, Tortoriello se despertó libertario. Pero ojo, que no se va del PRO, ¡no sea cosa que el próximo Uber político lo deje a pie! Así que, mientras tanto, se queda donde está, especulando, y esperando armar su nuevo emprendimiento... perdón, partido político.
En fin, la historia de Tortoriello es como la de un héroe de acción de bajo presupuesto: salta de un lado a otro, esquiva golpes (y votos), y siempre cae parado, listo para la próxima aventura política. Porque, al final del día, lo importante no es de dónde viene el viento, sino cómo uno se acomoda la bufanda.