02/06/2025
Combinación de la teoría y práctica para un camino hacia una educación verdaderamente transformadora
Autora: Lic. Carla Andrea Torrez Segovia
El mundo actual está caracterizado por un ritmo de transformación acelerado donde la educación juega un papel fundamental en la formación de ciudadanos competentes y críticos. Antes de la implementación de la Ley N°070 “Avelino Siñani – Elizardo Pérez”, el proceso de enseñanza se basada en modelos teóricos con escasa atención a las diversas culturas y lenguas indígenas del país, no reflejaba la diversidad cultural y lingüística de Bolivia, dejando a un lado las identidades propias de una gran parte de las bolivianas y bolivianos. La metodología de enseñanza se centraba en la transmisión de conocimientos de manera unidireccional, priorizando la educación memorística sobre el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Resultando en un aprendizaje poco significativo y totalmente desvinculado de la realidad.
Con la evolución de las metodologías tradicionales, se pasa de un enfoque que favorece los mecanicismos y la memoria, a otro tipo de metodología que permita que el estudiante pueda trascender del conocimiento teórico a un nivel práctico, donde es posible transformar una realidad especifica. Uno de los puntos centrales de la nueva estructuración del proceso enseñanza-aprendizaje es la necesidad de equilibrar la parte teórica con la práctica en los distintos niveles educativos, ya que, si bien la teoría proporciona conceptos fundamentales necesarios para entender el mundo, la parte práctica permite que estos conocimientos sean aplicables en contextos reales, consolidándolos y volviéndolos significativos para las y los estudiantes.
La teoría es la base o la estructura sobre la que se construyen diversas áreas de conocimiento, la teoría nos proporciona el “por qué” y el “cómo”, sin ella, no sería posible comprender los principios del comportamiento de los fenómenos naturales, culturales y sociales, conocimiento que nos ayuda a organizar nuestras ideas acerca del mundo y a poder predecir comportamientos futuros en diferentes situaciones. Sin embargo, solamente limitarse a la parte teórica en el aula puede tener como resultados una educación desvinculada de la realidad.
Por otro lado, la parte práctica se encarga de poder reforzar los conocimientos adquiridos de una forma contextualizada, donde las y los estudiantes no solo aplican lo aprendido, sino que desarrollan habilidades de pensamiento crítico, resolución de problemas y el trabajo colaborativo. En el área de Ciencias Naturales: Biología- Geografía, por ejemplo, se puede aprender sobre conceptos fundamentales acerca de patologías y tratamientos con plantas medicinales, pero es dentro del laboratorio donde se puede poner en prácticas aquellos conocimientos ancestrales del entorno. Estos espacios prácticos buscan estimular al estudiante a pensar, reflexionar, argumentar, cuestionarse, experimentar y resolver problemas con su propio esfuerzo por entender y aprender.
La teoría y la práctica tienen que estar en constante equilibrio, por lo contrario, puede generar ciertas deficiencias en la formación integral de las y los estudiantes. El centrarse excesivamente en la teoría puede generar la formación de individuos que carezcan de habilidades y pensamiento crítico para resolver problemas reales. Por el contrario, si se enfoca solo en la práctica, las y los estudiantes podrían presentar dificultades para entender y pensar en profundidad sobre las razones detrás de lo que hacen. En este sentido, es fundamental la complementariedad entre ambos enfoques, ya que no se considera una opción, sino una necesidad.
En conclusión, es importante combinar y complementar la teoría con la práctica en la educación, ya que ayuda a formar individuos completos, integrales, capaces de comprender y transformar el mundo que los rodea. Este equilibrio no solo mejora la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje, sino que también prepara a las y los estudiantes para enfrentar diversos desafíos en un mundo en constante cambio. Si bien la teoría proporciona los fundamentos conceptuales necesarios para entender el mundo, la práctica permite aplicar esos conocimientos en contextos reales, consolidándolos y haciéndolos significativos. En una era donde necesitamos tanto saber cómo actuar, combinar ambos es clave para un camino hacia una educación verdaderamente transformadora.