11/02/2025
El sol amaneció raro, no porque hubiera algún eclipse o fenómeno astronómico, sino porque el Banco Unión había cambiado su foto de perfil por la cara de Luis Arce, y ahora anunciaba con bombos y platillos el nacimiento de una nueva era financiera. Nadie se alarmó demasiado, porque en Bolivia estas cosas pasan. Pero a las horas apareció una moneda virtual, un token “patriótico”.
Un proyecto “patriótico”, según el gobierno. Una estafa con WiFi, según cualquier persona con dos neuronas en funcionamiento.
Pero el mercado explotó. 300 mil dólares en compras en cuestión de horas. Y entonces, de golpe, todo desapareció. El perfil del Banco Unión volvió a la normalidad. El token se desvaneció. El dinero, como los fondos de lo público, voló a quién sabe dónde.
—¿Qué mierd* pasó? — preguntaron los bolivianos.
El gobierno, con su tradicional cara de póker, lanzó un comunicado automático: "La estabilidad económica está garantizada."
Mientras que, en las oficinas del Banco Unión, un gerente sudaba frío. En una esquina, un pasante, pálido, tecleaba en Google: “Cómo recuperar cuenta hackeada en Twitter.”
Cuando la prensa exigió explicaciones, un ministro bostezó y recitó de memoria: “Esto es culpa del imperialismo, es parte de una guerra económica”., mientras revisaba su billetera digital en Dubái.
Y así terminó la historia del token plurinacional.
Esto es un cuento: Lo del hackeo, no.
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