
01/09/2025
¿Dónde está la educación laica en Bolivia?
Por Andrés Mallo Sandoval – La Cuerpa
En una entrevista reciente —tras la primera vuelta electoral del pasado 17 de agosto y con la segunda vuelta en el horizonte— reflexioné profundamente sobre la laicidad y los mensajes religiosos que han circulado con fuerza en medios hegemónicos y redes sociales. Candidatos han lanzado discursos cargados de tintes conservadores y religiosos para atraer a votantes atendiendo a la fe, no a la justicia. Esta situación evidencia la ausencia de una cultura laica en nuestro país, aun cuando debería ser un principio esencial, especialmente para quienes se postulan para gobernarnos.
La entrevista puso al descubierto un patrón discursivo impuesto por líderes políticos y medios tradicionales que reproducen una narrativa conservadora sin cuestionamiento. Esta reproducción acrítica tiene raíces en la ignorancia o en la naturalización de información como verdad, lo que identificamos como “posverdad”.
El verdadero origen de este problema es educativo. Como bien señaló un representante de Fe y Alegría, en los últimos años no han hecho incidencia en la política pública educativa. Esto es relevante en el marco de la Ley 070 de Educación "Avelino Siñani – Elizardo Pérez", promulgada en 2010, que establece una educación laica, descolonizadora, intercultural, plurilingüe e inclusiva. En su articulado se subraya el derecho universal a una educación crítica, gratuita y sin discriminación.
Sin embargo, la realidad es que la Iglesia Católica sigue teniendo una presencia significativa en la educación boliviana: gestiona más de 1.600 unidades educativas —85 privadas y 1.524 en convenio— donde estudian cerca de medio millón de estudiantes, el 19 % del total nacional. Esto no es una simple asociación: es una estructura religiosa internacional con capacidad para influir en el discurso hegemónico, aunque lo niegue.
Que esas instituciones operen bajo sus propios criterios y que nadie cuestione su supuesta neutralidad revela una complicidad tácita que legitima mensajes religiosos divisivos, impulsados por candidatos con intereses particulares que no contribuyen a la construcción de una sociedad inclusiva.
Infancias desprotegidas, derechos ausentes
El silencio sobre la laicidad se vuelve más doloroso cuando pensamos en las infancias. En Bolivia no existe educación sexual integral ni formación con perspectiva interseccional. La ausencia de estos contenidos expone a las niñeces y adolescencias —especialmente a las LGBTIQ+— a violencias históricas de trans-les-bi-homofobia, con consecuencias devastadoras.
Los datos oficiales lo confirman: solo entre enero y julio de 2025 se denunciaron 2.178 delitos sexuales contra niñas, niños y adolescentes —1.211 violaciones y 967 estupros—. A eso se suma que en 2024 se registraron 38 infanticidios, un 52 % más que en 2023, y que hasta junio de 2025 hubo 136 casos de pornografía infantil digital, con más de 11.000 archivos incautados en operativos contra redes criminales. Son cifras que no solo muestran un sistema de protección colapsado, sino también una educación incapaz de prevenir violencias.
La Defensoría del Pueblo ha advertido que los programas estatales de prevención (como el de 2015–2020) quedaron en letra mu**ta y que el Sistema Plurinacional de Protección Integral (SIPPROINA) requiere ser reforzado con urgencia. Mientras tanto, en las aulas, los contenidos críticos y de educación sexual integral siguen ausentes.
Derechos, no “ideología”
Frente a este diagnóstico, no podemos aceptar la superficialidad de quienes llaman “ideología” a nuestros derechos. Los verdaderos ideólogos son los que reproducen el odio desde púlpitos, medios y campañas políticas. Las conquistas de nuestras poblaciones LGBTIQ+ no provienen de grandes instituciones ni de estructuras hegemónicas: las logramos en la calle, desde la resistencia, la creatividad y la sororidad.
No podemos permitir que quienes tienen poder religioso definan lo que es “normal” en la educación. Defender una educación crítica, feminista, interseccional e inclusiva es defender justicia social y democracia. Urge una política que proteja a todas las infancias, sin importar su orientación sexual o identidad de género.
Un claro ejemplo que visibiliza la falta de educación integral está en los discursos religiosos que dividen a la población. ¿Dónde está la educación laica? En boca de los candidatos políticos, que en campaña difunden estos mensajes. La respuesta está en nosotrxs: en exigir que se cumpla la ley, en defender las infancias, y en no ceder ni un centímetro a los fundamentalismos que quieren decidir por todxs.