Creuse Santos

Creuse Santos Un hijo de Dios, siervo de Jesús, capacitado y transformado por Él Espirito Santo, esposo y padre.

22/07/2025

Personalmente odio los correos electrónicos. Odio tener un correo para todo: uno profesional para la institución "A", otro profesional para la institución "B", uno personal para redes sociales, otro personal para mi familia, otro personal para mis amigos, otro personal para networking, otro profesional para publicidad... Así que, por mucho que tenga antispam, sigo recibiendo spam en todos los correos, y luego tengo que tener un gestor de correo, lo que significa que recibo más correos... ¡Al final, se convierte en un in****no de puntitos y banderitas de tantos colores que ya ni me acuerdo para qué sirven!

Al final me harto y no reviso mi bandeja de entrada regularmente, cuando lo hago está toda llena, por lo que se me escapan un montón de mensajes, o me pongo una bandera de "prioridad" que ya ni recuerdo para qué sirve, una vergüenza, he probado con Apps, programas, robots, pero al final sigo más perdido que un ciego en un tiroteo.

Con WhatsApp pasa lo mismo, está el grupo, luego está el grupo dentro del grupo, luego están los avisos grupales del grupo, luego en la misma organización hay otros 300 grupos, con gente que manda mensajes de absolutamente nada, sin motivo alguno, con un montón de: "buenos días", "Dios los bendiga", "orando", "amén" y quién sabe qué más, con stickers y memes, y en medio de todo un enlace que no sé ni dónde va, y finalmente, ahí estoy, perdido otra vez, sin saber nada de nada, en el caos de los 350 mil grupos de los que formo parte. Eso sin contar las decenas de mensajes personales con publicidad, invitaciones, preguntas, quién sabe qué más... Además de un montón de puntitos rojos, cosas fijadas, que no tengo ni idea de por qué ni para qué están ahí.

Al final, me siento como si estuviera en la famosa película Tiempos modernos de Charles Chaplin, donde un obrero de una fábrica hacía movimientos frenéticos con una llave inglesa, apretando tuercas y tornillos, hasta que cayó dentro de la máquina y fue arrastrado por ella...

Honestamente, era mucho mejor cuando cualquiera que quería hablar con nosotros tenía que hacer una llamada telefónica o venir a nuestra casa y hablar en persona. Sí, soy viejo y ya no funciono en medio de este montón de información.

Esta es una descripción precisa del colapso digital moderno. Y sé que no estoy solo en esto. Cada vez son más las personas que sufren un exceso de notificaciones, plataformas y canales que exigen atención constante y producen agotamiento mental. Lo que se suponía que facilitaría la comunicación se ha convertido en una fábrica de ruido, ansiedad y desorientación. A esto algunos estudiosos lo han llamado infoxicación: intoxicación por exceso de información.

Como afirma Byung-Chul Han en su libro: "La sociedad del agotamiento":

"El exceso de positividad, estímulos y libertad mal gestionada nos lleva a una violencia neuronal silenciosa: agotamiento, irritación, apatía. En resumen: hoy no solo tenemos que trabajar, sino que tenemos que gestionar decenas de "yos digitales" fragmentados, cada uno con sus propias exigencias, sus propios puntos rojos, sus propios algoritmos, sus propios códigos de urgencia"

Además, hemos perdido nuestra capacidad de organizarnos y hemos perdido la jerarquía de relevancia. En otras palabras, cuando todo está marcado como prioridad, nada más es prioridad. Cuando todo demanda nuestra atención, nada consigue realmente captarla. Y esto socava no sólo la productividad, sino también nuestra salud mental y emocional y nuestras relaciones.

Lo cierto es que Charles Chaplin fue profético. Esa escena de “Tiempos modernos” simbolizaba la máquina industrial devorando al hombre. Hoy estamos absorbidos por máquinas digitales, ya no son engranajes, sino datos, aplicaciones y alertas. Y lo más cruel: aceptamos esto como progreso.
La Biblia, aunque escrita en un contexto sin tecnología digital, ofrece principios profundos para abordar la sobrecarga de información y el caos de la comunicación moderna.

En Eclesiastés 1:18 leemos: “La mucha sabiduría trae mucha tristeza; cuanto más sabe uno, más sufre”. Este texto señala el peso del conocimiento excesivo y desordenado, que en lugar de orientar la vida, trae sufrimiento.

En Lucas 10:41-42, vemos a Jesús reprender amorosamente a Marta, pues ella también estaba agobiada, y como Él mismo dice, ya en un estado emocional estresante: “ansiosa y turbada por muchas cosas”, mientras que María escogió “la única cosa necesaria”, estar a los pies del Señor. Este contraste resuena con fuerza en nuestros días, donde la multiplicidad de voces digitales nos distrae de lo esencial.

La Escritura nos llama a cultivar:

1) Silencio – “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10);

2) Sencillez – “procurad vivir en paz con todos y ocuparos de vuestros propios asuntos” (1 Tesalonicenses 4:11);

3) Discernimiento – “Quiero que entendáis lo que es verdaderamente importante...” (Filipenses 1:9-10).

Al final, debemos recordar que no todos los mensajes necesitan ser leídos, no todas las notificaciones merecen una respuesta y que vivir con propósito requiere plena atención a lo Eterno.
Necesitamos urgentemente tener en nuestras iglesias cursos, clases, mensajes, sermones, discipulados de “desintoxicación digital”, retiros donde el celular y la tecnología están prohibidos, necesitamos días, o incluso semanas, completamente “offline”, para estar desconectados.

Necesitamos urgentemente reducir radicalmente los canales de información (menos es más). Por ejemplo, tener una única dirección de correo electrónico. Darse de baja de los canales que envían spam, bloquear todo tipo de publicidad y mensajes innecesarios, lo que incluye a algunas personas también. Desactiva las notificaciones de promociones, redes sociales, newsletters, etc. El mundo no se acabará si no nos enteramos de la última venta flash que ni siquiera tenemos dinero para comprar. Abandona los grupos de WhatsApp inútiles. Simplemente vete. Sin piedad ni compasión. Incluso podemos dejar una advertencia amable de antemano y alertar a los demás para que también se vayan.

Para ello es necesario limpiar periódicamente y conscientemente nuestro “hogar digital”. Una vez a la semana, como quien limpia la casa, deberíamos hacer una limpieza digital de primavera: borrar, archivar, silenciar, cancelar, eliminar, eliminar. Y utilizando todos los recursos necesarios para tener filtros automáticos en email, WhatsApp y donde sea. Si es necesario, paga por ello, y usa programas de gestión: como Spark, Thunderbird, o la app nativa del celular, úsalo no para tener más control, sino para tener menos… menos banderas, menos distracciones, menos pestañas.

Necesitamos rebelarnos contra los puntos rojos y las banderas coloridas. Tenemos que desactivar todas las notificaciones visuales y sonoras. Si es realmente importante, alguien llamará. Y necesitamos programar horarios fijos y limitados para revisar los mensajes: 1 por día, y eso es todo.

Necesitamos reenfocarnos y cultivar el encuentro personal real. Y si eso no es posible, volvamos a las conexiones personales, a las videollamadas y al envío de mensajes de audio significativos y consensuados. Necesitamos desrobotizarnos y rescatar el ritual humano de la conversación con el tiempo, la pausa, el silencio y la escucha.

Como cristianos, debemos darnos cuenta de que todo este caos mina la oración, nos vuelve confundidos, ansiosos, angustiados, mecanizados, perdidos y corremos el riesgo de dejar de escuchar a Dios en nuestra vida diaria, debido a todo el ruido que nos rodea.

Y no, no puedes enviar un correo electrónico a Dios como en la película “Todopoderoso” (con Jim Carrey), Dios no tiene WhatsApp, ni redes sociales, y solo acepta conversaciones personales, cara a cara, con tiempo para hablar y callar. Él siempre viene en persona, desde el Jardín del Edén, sus pasos se escuchan, y nos busca hasta encontrarnos, no hay forma de que nos escondamos detrás de los arbustos digitales, y Él habla cara a cara, ojo a ojo, boca y oído, en persona.

Jesús, aun siendo Dios, como hombre encarnado, ligado a la materialidad, se retiró al desierto, al monte, a la barca, al jardín, desconectándose de este mundo para estar con el Padre en una llamada directa, personal, que llamamos oración. Hoy, tal vez esa eliminación signifique desinstalar una aplicación, o apagar el celular, cancelar una cuenta de correo electrónico, o agendar un café sin celulares en la mesa, solo una persona y otra. Nos sirve tanto a nosotros con Dios como con las demás personas.

Com Fábio Sampaio Acabei de receber o status de superfã! 🎉 esse grande querido já salvou minha falta de interesse pela m...
18/07/2025

Com Fábio Sampaio Acabei de receber o status de superfã! 🎉 esse grande querido já salvou minha falta de interesse pela música evangélica com a Tan Lan e agora me educa, ensina e inspira com as lindas histórias por trás dos clássicos cristãos… sou superfã mesmo e de todo coração, me encho de alegria a cada notificação de vídeo novo!!!

Retiro vocacional imersión 2025 arrancandoooooooooo
04/07/2025

Retiro vocacional imersión 2025 arrancandoooooooooo

Esperando o ônibus para ir trabalhar em um retiro vocacional e na sequência um English Camp, ore por nós para que seja b...
04/07/2025

Esperando o ônibus para ir trabalhar em um retiro vocacional e na sequência um English Camp, ore por nós para que seja benção para os acampantes…

01/07/2025

Me parece tan extraño, y hasta un poco morboso, el apego que tienen algunas personas a enterrar a alguien que ha mu**to, en la parcela familiar, en el cementerio cerca de donde viven. Me sorprende aún más cuando se trata de los cristianos.

Gastan auténticas fortunas para llevar un cuerpo putrefacto a descomponerse en un trozo de tierra cercano a sus casas. ¿Para qué es esto?

Si lo miramos desde una perspectiva cristiana y racional, las cosas son muy sencillas:

1. El cuerpo ya no es la persona
Bíblicamente, el cuerpo es sólo un recipiente temporal. La persona, su alma, su ser, ya está en su destino eterno, ya sea con Cristo (Filipenses 1:23) o no. Por lo tanto, desde un punto de vista espiritual no importa dónde se descomponga ese cuerpo.

2. No existe respaldo bíblico para la idea de “lugar sagrado de sepultura”
Ningún texto de la Escritura exige que seas enterrado cerca de parientes, o en una parcela familiar, o incluso en tu país de origen. Dios reunirá a todos sus hijos en la resurrección, ya sean incinerados, hundidos, comidos por los peces o esparcidos como polvo en el viento (Apocalipsis 20:13).

3. El duelo no se resuelve estando cerca de una tumba
El dolor de la pérdida no disminuye porque la tumba esté más cerca. Visitar una lápida no devuelve a la persona al pasado. A veces incluso intensifica el dolor. Los recuerdos vivos, las fotografías, las historias contadas, los homenajes en la vida, son mucho más significativos.

4. La presión social no define el amor
La gente podrá decir: “Vaya, yo no traje el cuerpo”, pero los que verdaderamente aman y comprenden saben que el amor fue dado mientras había vida. Después de la muerte, honrar la memoria no implica necesariamente una tumba de mármol, sino preservar los recuerdos, los valores y el legado.

5. Los gastos funerarios y la burocracia son enormes
Traer un cuerpo del extranjero, traslados internacionales, tasas de cementerio, tumbas, manutención, etc., son gastos que no benefician a nadie excepto a la industria funeraria. Este es dinero que podría invertirse mejor ayudando a los vivos.

6. Practicidad y serenidad
Realizar el procedimiento más sencillo (la cremación local, por ejemplo) ahorra trabajo, ahorra estrés, evita conflictos familiares y respeta la esencia de lo que uno mismo cree: “ya no estaré allí”.

7. La verdadera esperanza cristiana
Lo que realmente consuela es la promesa de la resurrección, no la ubicación del cuerpo. El poder de Dios para restaurar a los mu**tos no depende del GPS.

8. Un lugar de memoria no tiene por qué ser un cementerio
El verdadero “lugar de la memoria” puede ser una foto, una canción, un gesto de caridad, un jardín plantado en homenaje, mucho más vivo que una tumba.

9. El amor demostrado en la vida
El amor debe experimentarse en la vida. Una vez mu**to, no sentirás ningún homenaje póstumo, pero los que queden sentirán el alivio de haber expresado amor mientras la persona estaba viva.

En otras palabras, así de sencillo... cuando yo muera, hagan lo que sea más barato, el ataúd más barato (puede ser incluso de cartón), entiérrenlo de la forma más fácil, en cualquier lugar, en lo que dé menos trabajo, si es posible incinérenlo, así no tendrán ni que preocuparse de pagar nada a ningún cementerio.

Y no hagáis caso a nada de lo que os digan, porque a mí, mu**ta, no me importará. Espero ver tu amor por mí en la vida, en la muerte, no importa lo que hagas, no sentiré ningún amor de nadie en este mundo, solo el de Cristo en el Cielo.

Y un día, los que tenemos a Cristo, nos volveremos a ver, vivos, con cuerpos glorificados e inmortales.

Hoje estreiando nosso braseiro do século passado para aquecer os 5 graus Celsius que está do lado de fora de casa.
21/06/2025

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19/06/2025

Invectiva poética al natalício de Artigas

Gran parte de los países del mundo celebram la Navidad de Jesús, pero hay uno en particular que prefiere de José el natalício celebrar, y a la Navidad rechazar.

Jesus fue una historia verdadera, imposible de refutar, tan poderosa que pudo, todo el mundo cambiar. Artigas fue un invento, un cuento de militar, que se tornó muy conveniente a la vida del secular.

Para algunos Jesús, un Salvador Santo, Santo, Santo. Para otros un “prócere” Artigas, que no salvó ni a si mismo, y de santo no hay en el ni siquiera el canto.

Para unos Jesús, el Dios encarnado que vino a la Tierra, para outros Artigas, el hombre que huyó de su tierra, para nunca más volvir, e aún así lo quieren en “dios ” lo convertir.

Jesús redimió a las mujeres y prostitutas, restaurando su vida y dignidad, Artigas a las mujeres uso sin amor o dignidad, y a lo más pronto las dejó, solas con los bastardos que el generó.

Jesús nos dá Libertad real y verdadera, que durará toda la vida etern, Artigas una libertad temporária e passajera, que solo sirve para cantar jurando banderas…

Primera vez disfrutando de la estufa en la casa vieja, nueva… Dios es bueno….
17/06/2025

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Las primeiras naranjas de nuestro patio, son agrias perp se hace un buen jugo.
16/06/2025

Las primeiras naranjas de nuestro patio, son agrias perp se hace un buen jugo.

09/06/2025

La gente llegaba a una casa…

Las mujeres fueron a la cocina. Como era habitual en ellas, abrieron sus corazones espontáneamente y, mientras cocinaban, lloraban, se daban consejos, se animaban y se fortalecían mutuamente…

Los niños corrían por todas partes, jugando, gritando, llorando y animando el ambiente.

Los hombres, sentados esperando la comida, hablaban del tiempo, la lluvia, la cosecha, el nuevo b***o que habían comprado (un coche), los precios del mercado, las carreras de carros o las luchas de gladiadores…

En un momento dado, una mujer anunció que la comida estaba lista y todos se acercaron a la mesa. Con la mesa puesta, alguien llamó y todos comenzaron a servirse y a comer.

Cuando todos estuvieron satisfechos y el ritmo de la comida se calmó, uno de los hombres tomó un trozo de pan y una copa de vino y realizó el memorial sagrado de la Cena del Señor.

Luego, cantamos salmos antiguos e himnos nuevos, tocando panderetas, arpas, tambores y panderetas.

Al terminar la música, uno de los hombres se ponía de pie, generalmente uno de los ancianos, y comenzaba a leer y explicar una de las cartas de Pedro o Pablo, o un libro del Antiguo Testamento.

Algunos hacían preguntas, y los ancianos, entre otros, contribuían a las respuestas. A veces, hermanos con dones intervenían, haciendo una revelación, una profecía o un discernimiento espiritual.

Luego orábamos y, finalmente, nos besábamos y nos despedíamos con la Gracia y la Paz del Señor.

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São Paulo, SP

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