14/10/2025
Tres años prácticamente hacen desde que, por primera vez, vestiste esta camiseta. Como tú nos dijiste, llegaste buscando estabilidad y encontraste cariño; viniste buscando estabilidad y encontraste aceptación. Tu primer gol lo anotaste en un clásico, ante Valdivia y ¡cómo lo gritaste!, tengo esa imagen grabada en mi mente, ganamos aquel partido.
Tres años prácticamente hacen desde que vistes esta camiseta que no ha sabido darte más que sinsabores, pero a la que muestras cariño, respeto y profesionalismo. Una camiseta que, en algún momento, la hicieron desaparecer y que gracias a su gente volvió a nacer, retomando los años de historia. Gracias, Diego, por hacernos gritar tus goles, gracias Diego por hacernos parte de una vida que esperamos te llene de muchas alegrías. Gracias, Diego, por hacernos esa familia que te adoptó y que tú has sabido agradecer.
El calendario marcaba el 13 de octubre, el reloj decía que eran las 17:29 horas y la ciudad elegida fue Rengo. Allí, un joven Emilio Moreno se giraba para rematar al arco y le tomaban la mano, lo bajaban y el árbitro, haciendo ese gesto que muchos odiamos, ese día y a esa hora lo celebramos como si fuera una final ganada en un mundial, era penal a favor nuestro, en un partido para el olvido . Con jerarquía, con pachorra, con concentración, con la sangre fría y el corazón caliente (como decimos en este medio), con tu brazo izquierdo adornado con la jineta que hace tiempo ya merecías vestir; tomaste ese balón y estoy seguro que tu mente dijo “es ahora o no es nunca” y nadie te dijo lo contrario. Tomaste el balón, lo posicionaste en el punto ingrato dentro del área grande, ese punto desde el cual muchas veces te tocó marcar y desde el cual muchas veces nos han marcado, allí la posicionaste a las 17:31 y, como siempre, desde el arquero, los jugadores rivales, desde el banco, las tribunas y hasta las moscas te insultaban, buscando desconcentrarte, buscando ese mínimo que te hiciera dudar y te hiciera fallar. Tu rostro se mantuvo serio y la respiración siempre estuvo constante, no me extrañaría que te dijeran, mientras corrías, el mítico "Kiricocho".
Esa misma jineta fue testigo de cómo el pitazo del árbitro te dio el pie a dar una carrera para patear, ni muy larga, ni muy corta. Con los pasos justos corriste, le pegaste con furia al balón y, casi en cámara lenta, o al menos así lo sentí, el balón se dirigió al costado izquierdo del arquero, una víctima inocente de tu fusil, su nombre Benjamín Reyes. Un fusil en tu pierna disparó una bala en forma de balón que infló una red que nos dio al menos la alegría de decir que algo bien se ha hecho, y que eso ha sido tenerte en nuestras filas.
El reloj marcó las 17:32 y el árbitro validó el gol, validó tu celebración. Un lunes 13 de octubre de 2025, en la ciudad de Rengo y jugando de visita, el juez Mario Salvo ratificó que, desde la pena máxima, convirtieras tu gol número 54 y te inscribieras a fuego en las páginas de historia de nuestro joven club. 17:32 horas decía el reloj y te convertiste no solo en el polaco goleador, sino que te convertiste en Diego Osvaldo Bielkiewicz, el máximo goleador histórico del Club Deportivo Deportes Provincial Osorno.
Muchas gracias, Diego.
Francisco Sáez González