03/07/2025
🥀 El silencio de Copo
En una ciudad bulliciosa, llena de autos y luces, vivía un gato callejero llamado Copo, aunque nadie le había dado un nombre. Le decían así porque su pelaje era blanco como un copo de nieve, aunque ya estaba manchado de tierra, lluvia y heridas.
Copo había nacido en la calle. Su madre murió cuando él aún era un cachorro, y desde entonces aprendió a sobrevivir solo. Era pequeño y delgado, con los ojos grandes y tristes. Cada noche buscaba comida en los basureros, y cada mañana se escondía entre los coches para dormir unas horas sin que nadie lo molestara.
Lo peor no era el hambre. Ni siquiera el frío. Lo peor era la indiferencia.
La gente lo miraba con disgusto, le echaban agua para espantarlo, o simplemente lo ignoraban.
Copo no entendía por qué nadie quería acariciarlo. Solo quería que alguien, aunque fuera por un momento, lo mirara a los ojos y le dijera que no estaba solo.
Un día, durante una tormenta, Copo estaba empapado, temblando bajo un portal. Una niña pequeña lo vio y corrió hacia él, pero su madre la jaló del brazo con dureza:
—¡No lo toques! Es sucio, es un gato callejero.
Y se lo llevaron.
Esa noche, Copo no se movió de su rincón. Ni siquiera salió a buscar comida. Tenía frío en el cuerpo y más frío en el corazón.
A la mañana siguiente, los vecinos lo encontraron acostado en la misma esquina, inmóvil. Con los ojos cerrados y el cuerpo quieto, como si al fin hubiera dejado de luchar.
Nadie supo exactamente qué le pasó, aunque todos lo imaginaron: hambre, frío, cansancio. Soledad.
Solo una vecina mayor se acercó, lo recogió con cuidado y lo envolvió en una manta.
—Pobrecito… —susurró, con lágrimas en los ojos—. Solo quería un poquito de amor.
Ese día, algunos se detuvieron a mirar. Algunos hasta sintieron un n**o en la garganta.
Pero ya era tarde para Copo.
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🌧️ Reflexión:
Muchos gatos como Copo caminan nuestras calles cada día. Invisibles, ignorados, rechazados. Solo quieren un poco de comida, un rincón tibio y una caricia. Antes de apartar a uno, recuerda que para él, tu gesto puede ser la diferencia entre seguir viviendo… o rendirse.