El Diario de Hector G Bernal

El Diario de  Hector G Bernal El diario de Héctor: Tu guía para viajar, sobrevivir y explorar el mundo. Historias de aventura, consejos de supervivencia y destinos inolvidables.
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A mis alumnos Hola a todos, futuros aventureros!Solo quería tomarme un momento para darles las gracias. Ha sido un honor...
22/09/2025

A mis alumnos

Hola a todos, futuros aventureros!
Solo quería tomarme un momento para darles las gracias. Ha sido un honor ser su guía en este viaje de aprendizaje y ver cómo han crecido, no solo en conocimiento, sino también en confianza. La dedicación y el entusiasmo que han mostrado en cada sesión han hecho que este taller sea una experiencia increíble.
Recuerden, las habilidades que han aprendido aquí no son solo para la naturaleza. La resiliencia, la observación y el trabajo en equipo son herramientas valiosas para cualquier desafío que se les presente en la vida.
Estoy muy orgulloso de cada uno de ustedes. ¡Sigan explorando y nunca dejen de aprender

12/09/2025

En memoria de lo que en algún momento fue un pueblo próspero, hoy en día leemos una crónica tan profunda como la de esta autora. ¿Recuerdas algo de aquel día?

12/09/2025

Empezar a cambiar nuestros habitos es el paso más importante para llegar a la disciplina!

12/09/2025

Hay que mantener el foco en nuestros objetivos

Tengo 50, pero no me pesan. Corro, salto, me lanzo, me golpeo… y sigo. Porque la edad no está en el cuerpo, está en la m...
11/09/2025

Tengo 50, pero no me pesan. Corro, salto, me lanzo, me golpeo… y sigo. Porque la edad no está en el cuerpo, está en la mente. No hay cifra que me frene, ni calendario que me apague. Estoy al 100, porque decidí estarlo.

09/09/2025

¡Buen día a todos y buen provecho!

El sol caía a plomo sobre aquel rincón olvidado del mundo, pero yo, apenas un muchacho en uniforme, sentía el peso no de...
08/09/2025

El sol caía a plomo sobre aquel rincón olvidado del mundo, pero yo, apenas un muchacho en uniforme, sentía el peso no del calor, sino de la responsabilidad y un naciente orgullo. Recuerdo la sencillez de aquel "consultorio": una tabla tosca, la sombra de un árbol viejo y la mirada expectante de una familia. Cada vez que el estetoscopio tocaba la piel de un niño, como en esta imagen que ahora me detiene el aliento, no solo buscaba un latido; buscaba la esperanza, la confianza depositada en mis manos jóvenes. Mi servicio como enfermero de combate no fue solo curar heridas de guerra, sino sanar el alma de comunidades enteras, ser un puente entre la vulnerabilidad y la promesa de un mañana mejor. Aquellos días me moldearon, forjaron un carácter que aún me acompaña, y cada rostro agradecido que vi es una medalla invisible que llevo en el corazón, un recordatorio del honor que fue servir.

El Sueño que la Guerra no Pudo Apagar​Recuerdo con claridad los días de mi infancia, aquellos años en los que la inocenc...
07/09/2025

El Sueño que la Guerra no Pudo Apagar
​Recuerdo con claridad los días de mi infancia, aquellos años en los que la inocencia pintaba cada rincón de mi pequeño mundo. Mi más grande anhelo, un faro que iluminaba mis juegos y mis pensamientos, era convertirme en maestro. Soñaba con aulas llenas de risas y miradas curiosas, con el privilegio de sembrar conocimiento y esperanza en el corazón de muchos niños. Imaginaba sus rostros iluminarse al comprender algo nuevo, la satisfacción de verlos crecer y florecer bajo mi guía.
​Pero el destino, caprichoso y cruel, tenía otros planes. Cuando apenas tenía diez años, la guerra, con su sombra devastadora, llamó a la puerta de mi hogar. De un día para otro, la seguridad y la paz se desvanecieron, arrancándonos de nuestra tierra, de nuestras raíces. Mi familia se vio forzada a huir, desplazada por la brutalidad de los grupos armados, y con esa huida, sentí que mi sueño de ser maestro se desvanecía en el aire, como el humo de una batalla lejana. Parecía que todo había terminado.
​La vida, con sus giros inesperados, me llevó por un camino muy diferente. Por esas "cosas del destino", como me gusta llamarlas, terminé vistiendo el uniforme de la patria, sirviendo en el Ejército por más de veinte años. Fue un camino de disciplina, de sacrificio, de proteger y servir en medio de las complejidades de nuestro país. Cada día era una batalla diferente, lejos de las pizarras y los libros que una vez anhelé.
​Hoy, después de dos décadas de servicio, he colgado mi uniforme. Pero al hacerlo, no solo me despojé de una prenda, sino que sentí cómo la llama de aquel viejo sueño, que creí extinguido, volvía a encenderse con una fuerza renovada. Ya no soy aquel niño, ni el joven soldado, soy un hombre con la experiencia de la vida, con cicatrices que cuentan historias, pero con el mismo corazón anhelante de enseñar.
​Ahora, mi verdadera misión comienza. Mi deseo más profundo es recorrer los campos de mi amado país, esos mismos campos que una vez me vieron huir, pero esta vez para llevar luz. Quiero ir al encuentro de esos niños que, como yo en mi infancia, quizás necesiten una mano, una palabra de aliento, el conocimiento que les abra un mundo de posibilidades. Quiero, finalmente, hacer mi sueño realidad: ser el maestro que la guerra no me permitió ser. Volveré a sembrar, no balas, sino semillas de esperanza en el corazón de los futuros constructores de nuestra nación.

07/09/2025

Mi sueño de niño era ser un profesor de escuela 🏫 pero el conflicto me llevó 🙃 a otro lugar

07/09/2025

Mi abuela es un cuento

06/09/2025

Después de la tragedia de Armero, la imagen de Omaira Sánchez se convirtió en un símbolo de dolor, valentía y resiliencia. Con el tiempo, su historia trascendió el puro recuerdo para entrar en el ámbito de la fe popular. Hoy, en el lugar donde perdió la vida, la gente le rinde homenaje y la considera un alma milagrosa. Su tumba se ha transformado en un altar de peregrinación, donde miles de personas acuden para dejar ofrendas, orar y pedirle favores. Para muchos, ella es una intercesora que, por su inocencia y el sufrimiento que padeció, puede escuchar sus súplicas y concederles milagros, transformando su trágica historia en un faro de esperanza.

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