
16/05/2025
Sanar no es quedarme en el pasado. Es honrarlo para poder moverme.
Alguien decía: “Basta ya de sanar. Acepta y suelta.”
Y aunque entiendo su punto, yo lo vivo distinto.
No quiero quedarme revolcando el dolor…
Pero tampoco me parece sabio barrerlo debajo del tapete.
Mi historia merece ser mirada, comprendida, sentida.
Y luego sí… aceptada. Y, si es posible, transformada.
No sano para volver al punto cero.
Sano para vivir con más libertad.
Para dejar de reaccionar desde la herida.
Para sentirme cómoda en mi camino, en mi piel, en mi forma única de habitar la vida.
¿Sanar?
Claro que sí.
Pero no desde el rechazo.
Sino desde el amor, desde el deseo legítimo de sentirme mejor.
No es por obsesión. Es por compasión.
Y si para eso necesito revisar el pasado, buscar respuestas, cambiar hábitos, ir a terapia, meditar, bailar o incluso llorar…
pues eso también es parte del camino.
No estoy rota.
Estoy sanando.