11/09/2024
Un día como hoy, hace exactamente 23 años, el mundo fue testigo de un evento catastrófico que detuvo no solo a los Estados Unidos, sino que sacudió a naciones alrededor del planeta. El 11 de septiembre de 2001, los ataques terroristas a las Torres Gemelas en Nueva York cobraron la vida de miles de personas, mientras otras quedaron gravemente heridas y muchas más con traumas emocionales profundos que persisten hasta hoy. Aquella tragedia afectó no solo a las víctimas directas, sino a millones de personas que vivieron la incertidumbre y el miedo en carne propia.
Este día marca una memoria dolorosa para el mundo. Las imágenes de los aviones impactando los edificios, las torres derrumbándose y los heroicos esfuerzos de los equipos de rescate quedaron grabados en la historia. La humanidad entera compartió el dolor de aquellos que perdieron seres queridos, así como el trauma y el sufrimiento que siguió a la tragedia.
En tiempos de desesperación y pérdida, la Biblia nos ofrece palabras de consuelo y esperanza. En el libro de Salmos 34:18, leemos:
"Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu."
A través de la Biblia Dios nos recuerda que, en medio de la aflicción y el dolor, está presente. Él ofrece consuelo a aquellos cuyas vidas han sido devastadas y levanta a los que están rotos de corazón. Aunque el trauma de ese día sigue vivo en muchas personas, también nos invita a buscar esperanza y fortaleza en Dios, quien permanece a nuestro lado en cada momento de prueba.
Hoy, mientras recordamos los eventos del 11 de septiembre, también podemos reflexionar sobre la importancia de la paz, la unidad y la compasión en un mundo tan necesitado de sanación y salvación que solamente la encontramos del lado de Cristo.
Pero a su vez también se cumple esta profecía:
La profecía de la escritora Elena white predijo este acontecimiento en el año.1909...
Estando en Nueva York en cierta ocasión, se me hizo contemplar una noche los edificios que, piso tras piso, se elevaban hacia el cielo. Esos inmuebles que eran la gloria de sus propietarios y constructores eran garantizados incombustibles...
La siguiente escena que pasó delante de mí fue una alarma de incendio. Los hombres miraban a esos altos edificios, reputados incombustibles, y decían: “Están perfectamente seguros”. Pero estos edificios fueron consumidos como la pez. Las bombas contra incendio no pudieron impedir su destrucción. Los bomberos no podían hacer funcionar sus máquinas.—Joyas de los Testimonios 3:281-282 (1909).