
25/06/2025
Hace unos días, le repetía a mi hermana y a una amiga una frase que me dijo un mentor mientras estudiaba en la universidad. Yo no tenía dinero, y sentía que no se me ocurría ningún emprendimiento viable.
Entonces él me lanzó esta pregunta:
“Si no tuvieras nada —ni dinero, ni estudios, ni tu familia—, ¿qué harías?”
Mis amigas se miraron entre ellas y nos soltamos a reír. Ya saben por qué.
Lo que ellas pensaron fue exactamente lo mismo que yo le dije al profesor en ese momento. Jajaja obvio era broma 😂
Pero créanme cuando les digo algo:
Incomodarse es una de las mejores cosas que le puede pasar al ser humano.
Si pudiera devolver el tiempo y darme el mejor consejo, tal vez diría: la disciplina mejora muchas cosas. Pero sinceramente, no me habría escuchado.
A veces hace falta perder años, perder la salud y perderse a uno mismo para que lo único que quede sea encontrar una forma de salir del agujero en el que caímos.
Lo que sí me diría con firmeza es esto:
Incomódate.
Yo creía que tenía cierta seguridad: ya era profesional, y mi familia —grande y presente— siempre había estado ahí para mí. Siempre había tenido un lugar seguro, donde “meter la cabeza”, como dicen.
Pero la vida se encargó de romper esa comodidad. Mi última experiencia laboral en cultura no sirvió de mucho en el mundo profesional. Me encontré sola, indefensa, en una ciudad desconocida, teniendo que resolver mi vida sin pedir ayuda, aunque me estuviera ahogando.
Y esa sensación me pasó cuatro veces, en cada ciudad en la que viví sola.
Cada vez fue empezar de nuevo.
Me incomodé tanto que ya no me da miedo soltar nada.
Porque aprendí que puedo recuperarlo todo.
Porque aprendí a encontrar confort en la incomodidad.
Así que si hoy sientes que estás en un hueco, lo peor que puedes hacer es buscar comodidad ahí mismo.
Por mucho apoyo que tengas, nunca vas a descubrir de lo que eres capaz hasta que te incomodes tanto que lo único que te quede sea tu creatividad para salir adelante.
Yo me incomodé tanto que pasé de administradora de empresas, a gestora cultural, de ahí a programadora y luego al mundo de las startups.
Y ¿sabes qué?
Volvería a vivir cada una de esas transiciones.