05/08/2025
La Carrera de Obstáculos con Tacones y Sin Manual de Instrucciones.
Ser mujer es como participar en las Olimpiadas, pero en lugar de medallas te dan ojeras y la inexplicable habilidad de encontrar cualquier cosa que se haya perdido, incluso el sentido de la vida (aunque sea por un rato).
Desde que nacemos, nos someten a un régimen de belleza que rivaliza con el entrenamiento de un Navy SEAL. Depilación láser, depilación con cera caliente (que, seamos honestas, es tortura medieval encubierta), cremas antiarrugas que prometen la juventud eterna (y cuestan más que un riñón), y el maquillaje, ¡ay, el maquillaje! Un arte que requiere más precisión que la NASA para enviar un cohete a Marte. Y todo, ¿para qué? Para encajar en un molde que cambia más rápido que los memes en internet. Si un día decides salir "al natural", prepárate para las miradas inquisidoras y los comentarios "bien intencionados" que te harán sentir como si hubieras cometido un delito contra la humanidad.
En la oficina, la cosa no mejora. No solo hay que ser brillante y productiva (como si tuvieran un chip de inteligencia artificial implantado), sino que además debemos ser "agradable", "colaborativa" y "nunca, ¡nunca!, parecer mandona". Es como caminar sobre una cuerda floja mientras hacen malabares con informes, reuniones y las expectativas (irrealistas) de sus jefes.
Al llegar a casa, ¡oh, sorpresa!, la jornada laboral no ha terminado. Ahora toca transformarse en superheroínas del hogar: cocinar, limpiar, lavar la ropa, ayudar con los deberes, mimar a los perros, mediar en las peleas de los niños y si queda tiempo, intentar dormir un par de horas antes de que suene el despertador. La lista de tareas pendientes es tan larga que parece sacada de un libro de Stephen King. Y, por supuesto, se espera que lo hagan todo con una sonrisa en la cara y sin quejarse, porque "una madre siempre puede con todo". ¡Claro que sí, campeona! Ahora, si me disculpan, voy a tomarme una pastilla para el dolor de cabeza.
Y como si todo esto fuera poco, tienen que lidiar con un ejército de opinólogos que se creen con derecho a comentar sobre su peso, su ropa, sus decisiones y su vida en general. "Deberías adelgazar engordar", es que ningún peso es adecuado jajaja "deberías casarte", "deberías tener hijos", "deberías dejar ese trabajo mira como te tiene, y dedicarte a crear tu familia"... ¡Suficiente! ¿No tienen nada mejor que hacer que meterse en la vida ajena? Quizás deberían probar a ordenar su propio armario o, mejor aún, a leer un libro sobre modales.
Ser mujer es agotador, sí. Pero también es increíblemente divertido (a veces). Porque a pesar de todas las dificultades, las mujeres tienen una capacidad asombrosa para reírse de sí mismas, para apoyarse mutuamente y para seguir adelante con una fuerza y una determinación que dejarían boquiabiertos a cualquier superhéroe de cómic. Así que, ¡salud por nosotras! Por las que luchan, por las que ríen, por las que lloran, por las que se equivocan y por las que nunca se rinden. ¡Que el universo les devuelva al menos un poco de toda la energía que gastan en intentar sobrevivir a esta locura! (Y que nos regalen una buena sesión de masajes, que bien lo merecemos).