15/02/2025
El dinero trae problemas
Zair Guette soñaba con brillar en los escenarios. Su voz fuerte e inconfundible lo posicionaba como una de las promesas más grandes del género popular en Barranquilla. Su ascenso fue vertiginoso, tanto como su cambio de vida. De la austeridad pasó al derroche, de los pequeños eventos a las fiestas privadas de grandes capos, de la lucha por un sueño a una realidad ostentosa. Sin embargo, el éxito le trajo sombras. Su deseo de superación lo llevó a rodearse de personas que, más que amigos, eran lobos acechando. Le advirtieron en un panfleto que su vida corría peligro, pero ignoró las señales.
El cambio en su imagen era evidente. De contextura gruesa pasó a una figura esbelta y refinada, sus prendas brillaban en oro y su camioneta era la del año. Ya no era solo un artista, sino un personaje del mundo del dinero. No le bastaba con el talento, quería más, y en ese afán no midió las consecuencias. La fama es una moneda de doble filo, y él, sin darse cuenta, se adentró en un juego peligroso. Aquellos que lo rodeaban no eran admiradores ni socios, eran dueños de destinos ajenos, y el suyo ya estaba sentenciado.
El final llegó con violencia. Lo raptaron, lo torturaron y le dieron el tiro de gracia. Un destino anunciado, escrito entre líneas en sus propias canciones. En una de ellas, decía: "El dinero trae problemas", una frase que se convirtió en su epitafio. Su talento quedó truncado, su promesa de grandeza apagada de un solo disparo. Aquellos que antes le sonreían, callaron. Aquellos que le celebraban, desaparecieron.
Hoy, su historia es un eco de advertencia. Un relato de cómo el éxito sin límites puede terminar en tragedia. Zair Guette tenía el mundo en sus manos, pero quiso abarcar más de lo que podía sostener. Su voz aún resuena en quienes lo admiraban, pero su lección es clara: el dinero, sin prudencia, no es sinónimo de felicidad, sino un boleto sin retorno al peligro.