24/09/2025
En un país profundamente polarizado como el nuestro, los candidatos presidenciales que representan la línea del cambio dentro del Pacto Histórico tienen una enorme responsabilidad: deben trabajar unidos, más allá de las diferencias tácticas, con visión estratégica y compromiso colectivo. La construcción de unidad no puede postergarse. Es ahora, en este momento previo a la consulta presidencial, cuando se debe planear cada escenario, escucharse mutuamente, pactar rutas comunes y demostrarle al país que el cambio no es un experimento, sino una causa seria, estructurada y viable.
He estado acompañado y escuchando activamente a Daniel Quintero Calle, Carolina Corcho y Roy Barreras. Cada uno desde su visión ha hecho aportes clave para fortalecer la agenda del cambio en temas tan sensibles como la seguridad. Quintero ha señalado que no es posible hablar de paz total sin poner el foco en Medellín y las ciudades intermedias donde operan grupos armados que deben ser enfrentados con decisión, presencia institucional y desarrollo social, más su lucha directa contra la corrupción. Carolina Corcho ha sido enfática en la necesidad de replantear aspectos de la Paz Total, apuntando a una política más transparente, con participación ciudadana, justicia territorial y garantía de derechos humanos. Roy Barreras, por su parte, ha defendido una visión de seguridad donde la fuerza pública actúe con legitimidad, donde se recupere el control del territorio sin renunciar al respeto por la vida ni a los procesos de inclusión y reconciliación.
Estas visiones reflejan que dentro del Pacto Histórico hay pensamiento crítico, hay matices, pero también hay un hilo común: el cambio no puede avanzar sin seguridad democrática, sin control institucional, sin justicia social y sin presencia del Estado real y digna en todos los territorios.
Además de la seguridad, es fundamental que las propuestas para la transformación incluyan compromisos serios y sostenidos con la educación y la salud. No puede haber verdadera equidad si no se garantiza el acceso universal, gratuito y de calidad a la educación desde la primera infancia hasta la universidad. Se requiere una reforma profunda que dignifique a los docentes, cierre brechas territoriales, fortalezca la educación pública y convierta el conocimiento en motor del desarrollo nacional. En salud, la tarea es aún más urgente: millones de colombianos siguen sin acceso efectivo a servicios dignos, por eso la defensa de una salud como derecho y no como negocio debe mantenerse como una bandera irrenunciable del cambio. Carolina Corcho ha sido una voz clave en este tema, recordándonos que la reforma no es contra nadie, sino a favor de la vida, de la dignidad de los pacientes y de la labor de quienes cuidan la salud del pueblo.
En ese sentido, también es necesario entender que la verdadera transformación no se logrará únicamente ganando la Presidencia. Las elecciones al Congreso de la República son fundamentales. Ha sido en el Congreso donde muchas de las reformas impulsadas por este gobierno encontraron las mayores resistencias. Por eso, consolidar mayorías legislativas será crucial para sostener y profundizar lo que ya se ha comenzado.
Desde el Chocó, reafirmo mi total disposición para contribuir a que este proceso se difunda, se entienda y se fortalezca. Aquí seguimos creyendo en el cambio. Estamos listos para movilizar, construir pedagogía, facilitar el diálogo con las comunidades, promover el debate sano y, sobre todo, garantizar que la Colombia profunda tenga voz y decisión. Que el pueblo del Chocó, históricamente excluido, siga siendo parte de la esperanza.
El camino no termina en la consulta. Aún hay que seguir escuchando a todos los candidatos del proceso, fortalecer los vínculos entre regiones, y dar garantías de que quien resulte elegido para liderar la candidatura presidencial encarne los valores y compromisos del proyecto progresista. La fe del pueblo se mantiene cuando ve coherencia, cuando hay cercanía real, cuando se materializan políticas que mejoren la vida de los pueblos estigmatizados y abandonados, como lo es Chocó.
La unidad no es un lujo, es una necesidad. La diversidad dentro del cambio no es debilidad, es fortaleza. El legado de este primer gobierno progresista no puede perderse, pero tampoco basta con defenderlo: hay que consolidarlo, ampliarlo, hacerlo irreversible. Y eso solo se logra si avanzamos juntos, con disciplina política, responsabilidad histórica y amor profundo por este país.
Se necesita que el compromiso del gobierno del cambio con el Chocó se mantenga y se materialice.
El Chocó necesita aportar más a Colombia, al mundo y, para lograrlo, es imprescindible un desarrollo regional justo, incluyente y sostenible. Es urgente avanzar en proyectos como la construcción del canal interoceánico, nuevos hospitales de tercer nivel, infraestructura vial, acceso digno al agua potable y muchas otras acciones que permitan dignificar a poblaciones históricamente marginadas y excluidas. No se trata de caridad, se trata de justicia territorial. El país no puede seguir avanzando mientras territorios como el Chocó sigan en el olvido. El cambio solo será verdadero si llega a todos los rincones de Colombia, empezando por donde más se necesita.