05/04/2025
VERSALLES, ENTRE EL FUEGO CRUZADO Y EL OLVIDO: EL PUEBLO QUE GRITA EN SILENCIO
Tibú, Norte de Santander – 05 de abril de 2025.
En la madrugada del 4 de abril, cuando el Catatumbo aún dormía bajo un cielo encapotado y silencioso, la guerra volvió a despertar con estruendo en Versalles, un pequeño caserío del municipio de Tibú. A las 2:00 de la mañana, ráfagas de fusil y explosiones rompieron la calma. Integrantes del ELN asaltaron a las FARC-EP en el sector de Filo Quemado, dejando un saldo de cuatro guerrilleros mu***os.
La ofensiva no solo dejó cuerpos en el monte: también dejó videos y fotografías circulando por redes sociales y grupos de WhatsApp. En ellos, miembros del ELN exhibían armas incautadas y anunciaban el "control total" del casco urbano de Versalles. Se trató, más que de una victoria militar, de un mensaje brutal: la guerra por el territorio no ha terminado, y se libra sin tregua, sin disimulo, a la vista de todos.
Pero la respuesta no se hizo esperar. A las 4:00 de la tarde, las FARC-EP regresaron con fuego y rabia. Incursionaron nuevamente en el caserío y asaltaron con fuerza, dejando mu***os y heridos entre las filas del ELN. Algunos combatientes heridos fueron evacuados en camionetas rumbo a Filo Gr**go, y desde allí trasladados hasta el municipio de El Tarra.
Hoy, Versalles es un caserío fantasma. Las calles están vacías, las puertas abiertas de par en par, los juguetes tirados en los patios, las gallinas sin corral. Los que no pudieron huir, se encerraron en sus casas con el alma en vilo. El miedo huele a pólvora, a sangre, a silencio. Es el miedo que se ha vuelto cotidiano para los habitantes del Catatumbo.
Este no es un conflicto entre dos ejércitos regulares. Es una guerra entre sombras, donde el pueblo es siempre la trinchera, el campo de batalla y, dolorosamente, la víctima principal. Y en medio de todo, la ausencia del Estado es un eco ensordecedor que retumba con cada disparo.
Versalles sangra, llora en silencio, y sufre el olvido de un país que parece haberlo borrado del mapa. Mientras las balas silban entre los árboles y las casas vacías, su gente se pregunta cuánto más podrá resistir un territorio condenado a vivir entre la guerra y la indiferencia.