15/08/2025
/ Palabras del presidente Gustavo Petro en la conmemoración de los 215 años del Ejército Nacional.
El maestro Eduardo Malagón nos hablaba muy bellamente de un momento fundante, que se poetiza y se convierte en estatuas como las que aquí vemos, monumentos, un campo de recuerdo. Pero la patria no solo es un momento fundante, no solamente son estatuas, banderas ni hechos que conmemoramos del pasado, que una y otra vez recordamos y tratamos de auscultar. La historia va trayéndonos más hechos olvidados, para enriquecernos sobre nuestro origen. Pero una nación no es solamente un hecho fundante, es como un fluir, un río.
Venimos de Sotaquirá, estábamos al mediodía con el campesinado de Boyacá, entregándoles unas escrituras. Y allí en Sotaquirá nos contaba el alcalde y otras personas, en la concentración pública en su parque principal, que se llama de Los Corceles, cómo su primer presidente, que se llamó Nepomuceno, había logrado recoger 100 caballos de la región, y esos caballos fueron traídos y puestos a órdenes del general Bolívar y participaron de la batalla. Cien corceles, el parque de Los Corceles.
Sin embargo, después de ese hecho fundante, de la actitud valiente de un ser humano, seguro que un labrador o un pequeño hacendado, al regalar y recoger los caballos que por allí había, los entregaba a una esperanza, a una ilusión, a una independencia, a una palabra que se llamaba libertad, y que se llama libertad. Y ninguno de ellos tenía escrituras. Y así la nación se ha construido, con hechos fundantes, con vacíos, con desequilibrios, con desigualdades, con ausencias que durante dos siglos bien merece la pena resaltar y criticar, porque los soldados del Ejército Libertador eran básicamente campesinos.
Me disculpará el maestro Maldonado, me dirá si es mentira o no, pero en aquel entonces casi toda Colombia venía de la tierra. Hijos, somos descendientes de labradores. Y esa tierra que quería ser cultivada con libertad, en ese momento no se podía porque pertenecía a los grandes feudos de españoles, tal cual calcaban de su propia monarquía allá en Europa, eso que se llamaba libertad era lo que concebía ese soldado campesino.
Y hoy la tienen. Y en esa medida el Ejército, que hoy conmemoran los soldados, y las mujeres que cada vez más pertenecen a este ejército, sus oficiales, sus generales, hacen parte de este fluir de la historia nacional, y deben tener en cuenta que la paz se alcanzará siempre que llenemos los vacíos que hay en la sociedad colombiana, siempre que esas necesidades fundamentales del ser común, del campesino que sólo quiere cultivar, del industrial que quiere transformar ese cultivo en bienes absolutamente necesarios para la vida, se puedan llenar.
Un pueblo con necesidades que deben ser suplidas. El filósofo dice que la libertad es la superación de la necesidad. Luego, esa idea de libertad que aquí se hizo batalla, se hizo heroísmo, se hizo estatua, se hizo símbolo nacional, se hizo bandera, se hizo Colombia, esa libertad nace de superar las necesidades mismas de la sociedad.
La política, la filosofía, los conceptos más abstractos, más generales, las ilusiones, el espíritu libre, la libertad, nacen de que esta sociedad supla las necesidades y no sufra alguien de hambre, no tenga alguien frío por ahí, para que no surjan los sentimientos a veces perversos que surgen de individuos en una sociedad desigual. El pasado 7 de agosto no se pudo celebrar aquí, porque había conflicto social, es normal en cualquier sociedad.
Había necesidades no cumplidas, precisamente. Había mineros que querían trabajar con tranquilidad. Había personas que por circunstancias de la historia tenían que cultivar en el páramo y querían que se pudiera seguir cultivando ahí.
Había carboneros que asustados por la transición energética pensaban que podían morirse de hambre y quedarse sin cómo sostener a su familia, y fueron tapando las carreteras, demandando un diálogo, diálogo que ofreció el gobierno. Muchos de ustedes estuvieron aquí cuidando que el orden público no se desordenara, pero permitiendo que ese diálogo fuera posible. Dialogar siempre es el principio de la paz.
Dialogar no es perder el tiempo. Por eso aquí, a diferencia de años anteriores, pudimos lograr que en pocos días y de madrugada, se pudiera construir tal tipo de acuerdos, que si se vuelven realidad harán que Boyacá pueda cambiar. Esto lo decíamos en Sotaquirá, en el Parque de los Corceles. Una Boyacá que ya no va a vivir del carbón, sino de la energía limpia.
Una Boyacá que va a tener cada vez más producción agraria, con familias campesinas con escrituras, para que puedan progresar a partir de ser genuinos dueños y dueñas de la tierra. Una Boyacá que pueda asociarse, para que las regiones productoras de papa, de yuca, de maíz o de verduras puedan industrializar sus productos y que no se pudran en la carretera, como hemos visto tantas veces. Una Boyacá que a partir del trabajo y la riqueza pueda lograr que toda su juventud adquiera los conocimientos profundos de la ciencia, no solo la de antaño, una Boyacá que a partir del trabajo y el conocimiento sea cada vez más rica.
Entonces, en este sitio no solo festejaremos un hecho fundante de hace 200 y pico de años, sino que festejaremos todos los días que Boyacá sea cada vez una región de prosperidad y que le pueda enseñar a toda Colombia cómo es la prosperidad a partir del trabajo. La tasa de homicidios de Colombia es 25 homicidios por cada cien mil habitantes. No ha podido bajar desde hace muchos años.
Fue terrible, por allá a principios de los años noventa, lo recordamos, eran cien habitantes asesinados por cada cien mil habitantes. Hoy Boyacá, donde estamos, tiene una tasa de homicidios de tres personas asesinadas por cada cien mil habitantes. Y obviamente es una mala noticia, siempre cualquier as*****to por mano ajena y cualquier as*****to por mano propia, porque eso es el suicidio, que se tengan tres cuando el promedio es 25, muestra una sociedad que se va equilibrando a partir del conocimiento del trabajo propio y de la riqueza conseguida con el trabajo.
Aquí hay una demostración de lo que es paz. Yo creo que la energía de Bolívar anda por las montañas, por los llanos, por los mares. Y Santander y los colombianos que aquí dieron su sangre, todos al final creo que pueden reconocer que su esfuerzo fue válido en este campo de batalla, de los campos de Boyacá.
Y puedan reconocer que ese esfuerzo bravío de aquel entonces, quizás lanzado al azar como toda batalla –donde no se sabe si se gana o se pierde-, haya sido recompensado con esta sociedad que le puede enseñar a Colombia qué es la paz. Hoy Boyacá le enseña a Colombia la paz. Gracias, muy amables, felicitaciones al Ejército de Colombia.
Hoy ha sido un día difícil en otros lados, han mu**to civiles tratando de recuperar el campesinado del Catatumbo, han mu**to militares. Ha sido un día de lucha. Pero desde aquí, desde los campos, podemos gritar que viva Colombia, que viva la libertad, que viva el Ejército, que viva el pueblo, que viva la paz.