15/04/2025
|| PRESIDENCIA 2026 - TERRENO ABONADO PARA QUE GANEN LOS TIBIOS, POLITIQUEROS Y/O OUTSIDER INEXISTENTE.
|| En Colombia, el terreno político está perfectamente abonado para que en 2026 llegue a la presidencia un tibio sin carácter, un politiquero más o, en el mejor de los casos, un outsider con discurso ruidoso pero sin estructura. No es casualidad. Es una consecuencia directa de una cadena de desilusiones que ha llevado al país a moverse políticamente como un péndulo histérico, siempre buscando un cambio que nunca llega.
La culpa no es de un solo gobierno, sino del efecto dominó de traiciones y promesas rotas. Juan Manuel Santos dejó un sabor amargo con sus formas ambiguas y su incapacidad para conectar con las mayorías, lo que pavimentó el camino para un Iván Duque que, más que presidente, fue la sombra obediente de su mentor. Su administración inerte, torpe y alejada de las calles abrió la puerta a Gustavo Petro, cuya elección encendió la esperanza de transformación en millones. Pero hoy, esa esperanza se siente traicionada por la desconexión, las contradicciones y la incapacidad de traducir su narrativa de cambio en resultados concretos.
Y así llegamos a un punto crítico: la desilusión generalizada. Nadie convence. Nadie emociona. Y lo más preocupante: nadie representa. En ese vacío emocional y político, los tibios—esos candidatos sin aristas, sin posiciones claras, sin propuestas incómodas para el poder económico—se presentan como la opción “menos mala”. Pero elegir a un tibio es condenar al país al inmovilismo. Es firmar un pacto de cuatro años donde todo sigue igual: los ricos más ricos, los pobres más pobres, y el reloj nacional avanzando sin avanzar.
Es cierto que muchos sueñan con la llegada de un outsider radical, disruptivo, que rompa de una vez por todas con el sistema podrido. Alguien que no deba favores, que no tema incomodar, que venga con el deseo real de voltear la mesa. Pero esa figura parece, al menos hoy, más cercana a una ilusión que a una posibilidad. El sistema no lo permite. Las estructuras políticas tradicionales, los medios de comunicación, el empresariado temeroso: todo conspira para blindar la continuidad del modelo.
Colombia necesita mucho más que un administrador con buenos modales. Necesita un liderazgo que entienda la urgencia de los cambios estructurales, que no tiemble al hablar de redistribución, de justicia fiscal, de educación pública potente, de frenar la violencia, de romper privilegios. Pero hoy, tristemente, todo parece alineado para que en 2026 gane el que menos moleste, no el que más proponga.
Y eso, en un país con hambre, con rabia, con desigualdad brutal y violencia estructural, es una receta perfecta para seguir aplazando el futuro. ¿Qué opina? Juan Manuel Santos Iván Duque Gustavo Petro Presidencia de la República de Colombia .