25/09/2025
Pasé semanas preparando una fiesta sorpresa para mi esposo, pero entró de la mano de otra mujer, así que le quité lo que más apreciaba.
Había pasado semanas planeando la fiesta del 35 cumpleaños de mi esposo. Cada detalle tenía que ser perfecto. Pedí su pastel favorito en la pastelería del otro lado de la ciudad, coloqué luces brillantes en el patio trasero e incluso preparé una presentación de diapositivas con nuestros recuerdos más felices.
Esa noche, amigos, familiares y compañeros de trabajo llenaron nuestra casa, riendo, bebiendo y esperando el momento en que entrara.
Cuando por fin se abrió la puerta, todos gritaron: "¡Sorpresa!". Los globos rebotaron, las copas tintinearon y el aire vibró de emoción.
Pero se me encogió el corazón.
Porque no estaba solo.
Entró de la mano de otra mujer. Era más joven, estaba impecablemente vestida, y sus ojos recorrían la habitación con satisfacción.
Me quedé paralizada, todavía agarrando el encendedor que acababa de usar para las velas. Me ardían las mejillas, pero me obligué a mantenerme erguido.
Entonces levantó su copa.
“Primero, quiero agradecer a mi esposa, Lara, por esta hermosa fiesta”, comenzó.
“Pero también tengo un anuncio que hacer. Desafortunadamente, Lara y yo nos divorciamos. ¡Y ahora, les presento a mi prometida, Beverly!”.
Levantó la mano de la mujer para que todos la vieran.
Risas y susurros resonaron entre la multitud. Me sentí humillado, sorprendido y destrozado. Se me hizo un n**o en la garganta, pero me negué a llorar. No les daría esa satisfacción.
En cambio, en ese preciso instante, decidí arrebatarle lo que más valoraba. Enderezando los hombros, levantando la barbilla, me acerqué directamente a su amante.
“Atención a todos. Yo también tengo un anuncio”... Continúa en el primer comentario 💬⤵️