24/07/2025
💭 El apego, la regulación emocional y la percepción del mundo se moldean en la infancia.📌
👉🏻 Cuando crecemos en un entorno donde el afecto es seguro, disponible y coherente, el sistema nervioso se regula de manera saludable: aprendemos que el mundo es un lugar confiable y que nuestras necesidades emocionales tienen espacio. Este tipo de crianza fortalece la resiliencia, el apego seguro y la capacidad de vincularnos sin miedo.
Es decir, una persona criada en un entorno amoroso desarrolla un sistema nervioso que reconoce la seguridad como base. Puede descansar, confiar, explorar. 🌀
Pero si nuestra infancia estuvo marcada por la incertidumbre, el abandono, la violencia o la negligencia emocional, aprendemos algo muy distinto: que el amor duele, que el mundo es impredecible, y que para sobrevivir hay que adaptarse al peligro. Esto puede generar hipervigilancia, respuestas defensivas y dificultades en la vida adulta para confiar o sentirse en calma, incluso en contextos seguros.
El psiquiatra Bessel van der Kolk, autor de “El cuerpo lleva la cuenta”, explica que:
“El trauma no se trata de lo que te pasó, sino de lo que ocurre dentro de ti como resultado de lo que te pasó.”
No es “drama”. Es neurodesarrollo.🧠
No es “dificultad para amar”. Es una historia de adaptación frente a la carencia.💔
Y eso que ocurre adentro muchas veces se traduce en cómo interpretamos los gestos, los silencios, el cariño, el conflicto… en cómo construimos o evitamos los vínculos.
Dos personas pueden estar en el mismo lugar, viviendo la misma experiencia… y aun así, interpretarla de formas radicalmente distintas, según cómo aprendieron a sobrevivir.
El trauma no siempre deja cicatrices visibles. A veces, solo altera la forma en que nos relacionamos con el mundo.
Y comprender esto es el primer paso para sanar. 🧠❤️🩹
Sanar es entender que lo que dolió, también moldeó nuestra forma de ver el mundo. 🌍
Y a veces, eso que llamas “exagerar”, “desconfiar” o “necesitar demasiado”… fue solo una forma de resistir.💡
Arte:
Inspirada en Sam Art.