21/12/2025
Conozca más a los mejores promedios de admisión 2026
Deylin Masis Chinchilla nació y creció en Gravilias de Acosta, en un entorno que recuerda con enorme cariño. Su infancia estuvo marcada por tardes rodeadas de amigos, juegos y la presencia constante de su familia, quienes han sido el eje emocional de su vida. De esos años conserva recuerdos que la acompañan siempre y que ayudaron a formar su carácter, su manera de ver el mundo y la seguridad con la que hoy enfrenta cada meta.
Su camino académico comenzó a definirse desde primer grado, guiada por un maestro que marcó profundamente su formación. Para ella, esa etapa temprana es clave en la construcción del carácter y las bases académicas, y por eso lo considera un gran ejemplo que todavía la inspira. Más adelante, en el Liceo Rural Las Ceibas, descubrió que un centro educativo está hecho de las personas que lo conforman. Allí aprendió valores como el compañerismo, la empatía, el respeto y la amistad, influencias que la acompañaron en su crecimiento. Aunque todas las materias le parecen importantes, las matemáticas siempre se le facilitaron, haciéndoles un espacio especial entre sus preferencias.
Su preparación para el examen de admisión fue un proceso constante más que un esfuerzo puntual. Deylin cree firmemente que este tipo de metas se construyen desde la niñez, poniendo atención, siendo disciplinado y manteniendo claro el objetivo, aunque el camino cambie. No siguió métodos especiales: su estrategia fue la constancia. Cada día trajo sus propios retos, pero los fue superando con determinación. Nunca imaginó llegar a ser uno de los mejores promedios del país, pero su confianza en sus habilidades y el apoyo de quienes la rodean la mantuvieron firme en los momentos de duda.
El día de los resultados la encontró en su casa, y su primera reacción fue pensar que no era real. Estar entre los mejores promedios de la UNA era algo que no estaba en sus planes, pero la sorpresa se transformó pronto en orgullo. Para Deylin, este logro es una oportunidad para demostrar que no importa de dónde venga una persona si brilla con luz propia. Se lo dedica a sus padres, quienes nunca dudaron de ella, y a quienes han estado siempre apoyando su crecimiento académico y personal.
Desde niña soñó con estudiar Medicina, una meta que sigue valorando con esperanza y realismo mientras analiza sus opciones universitarias. El resultado obtenido le mostró un abanico de carreras hermosas dentro de la UNA y reafirmó su deseo de dedicarse a una profesión que le permita ayudar a otros en sus momentos más difíciles. En diez años se imagina siendo una profesional realizada, brindando apoyo a quien lo necesite y disfrutando sus logros junto a sus familiares y amigos, quienes han sido su motor.
Fuera del estudio, Deylin disfruta pasar tiempo con sus seres queridos, cumplir con sus responsabilidades en casa y compartir momentos con amigos. A otros jóvenes les aconseja que no se rindan, que fijen una meta y luchen por ella, porque aunque el camino sea difícil, el valor para recorrerlo debe ser enorme. Hoy, quienes la conocen le recuerdan que aproveche cada oportunidad y siga luchando por lo que quiere. Más allá del promedio, quiere que la vean como una joven con una meta clara, igual que muchos de su generación, dispuesta a trabajar por su futuro con convicción y empatía.