14/05/2025
Esta escultura que hoy espera a quienes ingresamos al primer piso de la Corte Suprema de Justicia refleja lo que hoy siento de nuestra justicia, simplemente se torció el rumbo y hoy ve para otro lado. Sin importar el daño que causa a tantas familias en procesos donde la prueba es espuria, sin investigaciones serias y lo peor, con un claro desconocimiento de leyes, de respeto a derechos humanos y con una prepotencia al mejor estilo de Cuba, Venezuela o Nicaragua. Yo ya viví lo que hoy compañeros de gobierno tienen que soportar y la fiscalía lo hace para lucirse en una más de sus puestas en escena.
En el caso de la CCSS, donde me involucran de un sobreprecio, más de siete meses después el caso se mantiene como congelado y la prueba que hemos pedido se nos ha denegado. Pedí un dictamen forense de costos. Nada. Hoy estuve en la Sala Tercera porque se me niega una prueba fundamental para el caso, ¿será que no quieren que los evidenciemos como los peores investigadores de la historia de este país?, ¿será que ya se dieron cuenta que el caso de los supuestos sobreprecios se les cayó y ahora guardan silencio? La propia Sala Tercera me negó una prueba fundamental, una certificación de la seguidilla de correos para demostrar que la unidad de costos cambió los datos de forma dolosa.
Si la Corte sigue manteniendo a una persona que desconoce los procedimientos legales, que tiene claramente un odio por este gobierno y si la Corte no toma acciones oportunas, asume responsabilidad por sus arbitrariedades y con ello, los magistrados también asumen consecuencias en eventuales casos de responsabilidad por daños y perjuicios al no ejercer su obligado deber de vigilancia. La fiscalía ni siquiera hace un mínimo deber de validar denuncias y tener sólidas denuncias parece una maquila de disparates y desgraciadamente algunos jueces, le compran la maquila sin ningún sonrojo.
Hoy la patria tiene que estar triste porque continua un proceso de instrumentalización de la justicia cuya única consecuencia será deslucir más a un poder que resulta esencial en una democracia y que hace rato volvió la mirada indiferente a la protección de una clase política que nunca veló por el interés común. Gracias Carlo Díaz por permitirnos enseñarle al país y al mundo el peligro que se corre de tener un fiscal obsesionado con el poder y que es capaz de cualquier cosa para afianzarse en un cargo que le quedó demasiado grande.
“Mientras unos pasan de largo, otros se detienen a escuchar lo que la justicia aún tiene por decir. Porque donde hay arte, hay verdad. Y donde hay verdad, debe haber justicia.”