
15/05/2025
Muere un hombre, crece un símbolo
El fin de una era para América Latina y el mundo que admiró su ejemplo de vida austera y compromiso inquebrantable con la justicia social, marca el fallecimiento del expresidente uruguayo José «Pepe» Mujica, a los 89 años de edad.
Mujica, conocido como el «revolucionario tranquilo», sobrevivió a balazos y a una década de encierro en condiciones inhumanas, de las que emergió siempre con una sabiduría profunda y una voluntad férrea para servir a su pueblo.
Su legado reside no solo en su presidencia sino en su mensaje universal y contundente sobre la política, la vida y el servicio público.
En palabras del propio Mujica, reflejando su visión sobre el transporte y el compromiso estatal: «No es el producto de la ganancia que el ferrocarril tiene que dejar, son los beneficios que el país, la producción y el trabajo recibe del ferrocarril; por eso lo tiene que hacer el Estado».
Mujica defendió la inversión pública en el ferrocarril como un acto de soberanía y de justicia social, un símbolo de su lucha por una nación más equitativa.
Hoy, Uruguay y América Latina toda lloran la partida de un hombre que, pese a sus heridas y adversidades, nunca perdió la fe en la humanidad, como dijera: «Moriré feliz. Gasté soñando, peleando, luchando».
Pepe Mujica se va, pero su ejemplo de humildad, coraje y servicio al pueblo permanecerá imborrable en la memoria colectiva. Por eso y mucho más, en Cuba se le quiere y admira mucho, para nosotros es un símbolo que hoy crece más.
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