
15/09/2023
Un llamado a la prudencia
Es imperativo evitar el aumento de la conflictividad entre Haití y la República Dominicana*
En medio de un panorama internacional cada vez más complejo, es crucial recordar que la paz y la estabilidad son activos invaluables para cualquier nación. Hoy, me dirijo a aquellos que, en su afán de defender sus "ideales patrióticos", podrían pensar que aumentar los niveles de conflictividad entre Haití y la República Dominicana es una solución viable. Sin embargo, debemos enfatizar de manera contundente: eso no conviene.
Haití se encuentra inmerso en una crisis profunda y compleja. La ingobernabilidad y la ausencia de autoridades legítimas han dado lugar a un escenario en el que el control territorial está en manos de pandillas y grupos armados. En este contexto, es crucial que la República Dominicana actúe con sabiduría y prudencia, y evite cualquier acción que pueda exacerbar la situación, ya que no conviene al país.
En primer lugar, la guerra y los conflictos a nadie convienen. Los enfrentamientos armados solo traen sufrimiento, desestabilidad y destrucción. La historia nos ha enseñado que ninguna nación sale indemne de una guerra, y los impactos económicos, sociales y humanitarios son devastadores. Por lo tanto, debemos recordar que la violencia solo perpetúa el ciclo de la violencia, y en última instancia, nadie gana. En resumen, no conviene.
En segundo lugar, es importante reconocer que, en este momento, la República Dominicana tiene más que perder en un conflicto con Haití. Nuestro país ha avanzado en términos de estabilidad política, desarrollo económico y relaciones internacionales. Un conflicto con nuestro vecino y hermanos solo nos llevaría a retroceder en estos aspectos.
Las consecuencias económicas y sociales serían graves, y la imagen internacional de nuestro país se vería dañada. La inversión y el turismo, pilares de nuestra economía, sufrirían un golpe que podría llevar años en recuperarse. Por lo tanto, no conviene.
Hoy, más que nunca, es esencial que nuestra política exterior esté guiada por la prudencia y la diplomacia. En lugar de promover la conflictividad, debemos trabajar para encontrar soluciones pacíficas a los problemas compartidos con Haití. La estabilidad de nuestra región depende en gran medida de la colaboración y el entendimiento entre naciones vecinas.
A aquellos que se autodenominan patriotas y promueven el enfrentamiento, les recordamos que un verdadero patriota busca la armonía y evita el conflicto. Nuestro amor por la República Dominicana debe traducirse en acciones que fomenten la paz y la prosperidad, no en aquellas que alimenten el caos y la discordia.
Alexander Vallejo