
13/08/2025
Había una vez un anciano sabio que vivía en una montaña. Un día, un joven impaciente subió hasta su cabaña buscando respuestas sobre el sentido de la vida.
El anciano, sin decir una palabra, le entregó un puñado de sal y le pidió que la disolviera en un vaso de agua. Luego, le pidió que probara el agua y describiera su sabor.
El joven dijo que el agua sabía salada. El anciano sonrió y le pidió que llevara el vaso al río cercano y lo vaciara. Cuando regresó, el anciano le preguntó si todavía podía sentir el sabor a sal en el río.
El joven respondió que no, que el río sabía a agua fresca. El anciano asintió y dijo: "La sal representa nuestros problemas y dolores. Cuando nos enfocamos en ellos, pueden parecer abrumadores. Pero cuando los soltamos y nos sumergimos en la vastedad de la vida, podemos encontrar paz y claridad".
El joven se quedó pensativo, comprendiendo que a veces necesitamos soltar nuestras cargas para encontrar la verdadera felicidad. ¿Te gustaría escuchar más historias como esta?