23/06/2021
El poeta evangélico Frederick Martin Lehman quedó muy impresionado con un sermón acerca del amor de Dios y mientras se alistaba para ir a trabajar, empezó a componer el himno entre canastas, naranjas y limones.
Escrita en 1917, en la ciudad americana de Pasadena, entre canastas, naranjas y limones, la alabanza “Oh amor de Dios”, obra del poeta cristiano Frederick Martin Lehman, constituye una potente e intensa marca en la historia de la música evangélica. Una señal que, con más de una centuria de historia, se mantiene de pie como un añejo roble que irradia el afecto del Creador. Lehman, nacido el 7 de agosto de 1868 en Alemania, fue un fiel creyente quien a través de la música consolidó su amor y entrega al Todopoderoso.
Respecto al origen de esta centenaria oda, los historiadores cristianos dan cuenta que el autor seguidor del Altísimo, un domingo por la noche, quedó muy impresionado con un sermón acerca del amor de Dios. Y fue tal la emoción de Frederick Martin, quien emigró a los Estados Unidos a la edad de cuatro años, que según revelaciones de sus biógrafos aquella noche le fue imposible conciliar el sueño. Entonces, a la mañana siguiente, mientras se alistaba para ir a trabajar, Lehman empezó a componer un himno centrado en el amor del Salvador.
Obrero de una empacadora de frutas, Frederick Lehman a lo largo de su jornada labor fue redactando, poco a poco, una serie de dos estrofas sobre un trozo de papel. Luego, al llegar a su casa, se sentó frente a su piano y musicalizó los versos que había creado. Sin embargo, en aquella época una canción congregacional debía tener al menos tres estrofas y fue por ello que empezó a buscar un viejo poema que graficaba el amor de Dios y que lo había conmovido. Al encontrarlo, Lehman completó de forma milagrosa su creación
La hemos traído a este tiempo, con algunas variaciones, seleccionamos parte de la letra, y la hemos arreglado para esta selección. Esperamos les agrade y les ministre.