06/11/2025
Capítulo final: “Lo que el silencio ocultaba”
Elena sintió que las palabras se le atascaban en la garganta.
Marco avanzó lentamente, con la mirada llena de culpa.
—No debiste abrir esa caja —repitió, pero esta vez su voz no era fría… era triste.
Elena apretó las fotos entre sus manos.
—¿Quién es ella, Marco? —preguntó intentando mantener la calma—. ¿Por qué tenías esto escondido?
Marco tomó aire, como si necesitara valentía para desenterrar un pasado que había intentado enterrar con ella.
—Su nombre era Lucía —dijo—. Fue mi prometida… antes de conocerte.
Elena sintió que el suelo temblaba bajo sus pies.
—Marco, me mentiste.
—Nunca te mentí —respondió él, acercándose—. Ella murió.
Elena se quedó inmóvil.
—Lucía tuvo un accidente. Y antes de morir me pidió algo: “Sigue viviendo. Ama cuando estés listo”.
Durante meses —continuó— pensé que jamás podría volver a amar. Tenía esa caja como un recordatorio de que no debía sentir nada por nadie más. Luego llegaste tú, con tu manera de reír, con tu caos hermoso… y sin querer, empezaste a curarme.
Las lágrimas de Elena se mezclaron con las suyas.
—Pero ¿por qué no me lo dijiste?
—Porque tenía miedo —su voz quebró—. Miedo de que pensaras que siempre amaré más su recuerdo que nuestra realidad.
Y aunque la quise… a ti te elijo todos los días.
Elena dejó caer las fotos. Marco tomó la caja de madera, la cerró y la colocó en las manos de ella.
—Tú decides qué hacemos con esto. Si quieres, puedo guardarla para siempre… o dejarla ir contigo.
Elena respiró hondo. Su corazón dolía, pero también entendía algo que no había visto: no se trataba de una traición, sino de un duelo.
—No quiero competir con su memoria —susurró—. Pero quiero construir contigo una vida donde ya no haya secretos.
Marco la abrazó como si en ese abrazo se sostuviera su futuro.
—Entonces… empecemos de nuevo —dijo él.
Esa noche caminaron hasta un puente cercano. El viento movía sus manos entrelazadas. Elena abrió la caja por última vez, besó la foto y la dejó caer al agua.
—Gracias —murmuró Marco con la voz rota.
—Ahora sí —Elena sonrió, con lágrimas cayendo—. Vámonos a casa.
Y por primera vez desde que se casaron, ambos sintieron que empezaban una vida nueva… juntos.