
01/08/2025
¡NO SE PROHÍBE FIJAR CARTELES!
¡Venga, venga!, ¡entérese!, ¡conozca!, ¡no se pierda la novedad!, ¡esto es un chisme!, ¡el pueblo tiene vida!, ¡venga, le converso a la oreja!, ¡eche una miradita!, ¡nos vemos en el estadio!, ¡mañana hay paro!, grita arrimado a la columna de piedra el cartel de antaño hecho a mano, ese que ha vuelto para recordarnos que seguimos siendo wawas.
Ahí mismo, en el portal, deteníamos la bicicleta para enterarnos de las novedades del pueblo, que era inmenso como el mundo. Aún no cabía la existencia en el cristal que cargamos en la mano y que ahora es más inteligente que uno mismo.
Don Mejía era uno de los que daba haciendo el cartelito; parecía que gritaba ese cartel: "9 de Octubre vs. Nacional", "Bolívar vs. Unión", "CEDECOT vs. Dep. Quiroga". De vez en cuando anunciaba fiesta, bingos, peñas y una que otra reunión de barrio, cuando los barrios se reunían para cambiar la vida subversivamente, contra la quietud del poder que siempre ha sido una piedra afilada.
—Qué alhaja —exclamé cuando vi a los años el cartelito hecho a mano en el portal. Por ahí el Wilson Flores, de los malditos, macho para un trompo y un cabe, que estaba parado más allasito, me escuchó y, sonriendo medio con complicidad y con la misma nostalgia, me dijo:
—Pero se han equivocado; en la esquina es el lugar de toda la vida.
Soltamos una risa, saqué el teléfono y tomé una foto —vaya que cosa tan rara sacar el teléfono para tomar una foto—, cosas que uno se da cuenta cuando piensa en modo pasado.
En fin, di la vuelta y seguí caminando hacia el centro del parque, agarrado de la mano de mi wawa. Le iba contando sobre lo que habíamos visto juntos, le explicaba lo importante de esos detallitos que explotan en la memoria y hablan de la identidad de todo un pueblo que está marcada en la sangre. Tiene dos años y medio mi wawa, me entiende, pero quizá no dimensiona el mundo que intento construirle en la cabeza. Pero convencido de que un día entenderá lo lindo de esa experiencia, terminé diciéndole que antes todo se resolvía con engrudo, las esquinas hablaban y, aunque peleando, peleando... ¡NO SE PROHIBÍA FIJAR CARTELES!