15/07/2025
|| Mientras el país se desangra, siguen obsesionados con el correísmo
En medio de una de las peores crisis sociales y de inseguridad de la historia contemporánea del Ecuador, el aparato mediático y político continúa desperdiciando su energía en una persecución sin fin: hablar del correísmo. Ocho años han pasado desde que Rafael Correa dejó el poder, pero su sombra sigue siendo el recurso preferido para desviar la atención. Mientras tanto, los sicariatos, el hambre, el desempleo y la desesperanza se instalan como rutina en la vida de millones de ecuatorianos.
La estrategia es clara: cada vez que se destapan casos de corrupción o abuso en el gobierno actual, se activa la cortina de humo. Reaparecen titulares “urgentes” sobre el correísmo, se desempolvan procesos judiciales, se reeditan discursos reciclados que buscan criminalizar toda una corriente política para tapar la ineptitud de quienes hoy gobiernan. El periodismo cómplice ha hecho de esto una costumbre, abandonando su deber de fiscalizar el poder real: el que está sentado en Carondelet, no en Bélgica.
Los medios que alguna vez prometieron ser la voz del pueblo hoy repiten como disco rayado una narrativa agotada. El país no necesita más titulares sobre Correa; necesita respuestas sobre por qué se han duplicado los asesinatos, por qué los hospitales están colapsados, por qué no hay oportunidades. Pero esa discusión molesta, incomoda… y por eso es mejor hablar de lo “mismo de siempre”.
Y mientras tanto, el Ecuador profundo arde. Los barrios se militarizan, los jóvenes emigran o caen en redes criminales, los precios suben y el miedo crece. Pero tranquilos: si mencionan otra vez a Correa, seguro suben los likes. Aunque el país se hunda, lo importante es que la narrativa siga. Porque para muchos, la verdadera tragedia no es el presente, sino no poder vivir sin su villano favorito, RAFAEL CORREA.
Por: Leonardo López