11/07/2025
Los niños no son diagnósticos, ni etiquetas, ni estereotipos. Son personas en pleno desarrollo que merecen ser vistas desde el amor, el respeto y la comprensión.
Etiquetar a un niño con frases como “vago”, “hiperactivo”, “lento” o “problemático” puede parecer algo inofensivo, pero en realidad deja marcas profundas. Estas etiquetas limitan su autoestima, condicionan su identidad y afectan la forma en que los demás los tratan. Peor aún, muchos niños comienzan a creer esas etiquetas y a comportarse según lo que se espera de ellas.
Cuando etiquetamos, dejamos de ver al niño completo. Nos enfocamos en lo que “no hace bien” y dejamos de lado su historia, su esfuerzo, su contexto emocional y sus capacidades únicas.
¿Qué podemos hacer en su lugar?
• Observar con empatía. Detrás de cada conducta hay una necesidad, un mensaje que el niño aún no sabe cómo expresar.
• Describir en lugar de juzgar. En vez de decir “es desobediente”, podemos decir: “le cuesta seguir instrucciones cuando está cansado”.
• Reconocer su esfuerzo. Valorar el proceso más que el resultado ayuda a que los niños se sientan capaces y motivados.
• Buscar el origen. Acompañar con respeto, detectar si hay dificultades emocionales, de aprendizaje o del entorno antes de etiquetar.
• Hablar desde el amor. Los niños florecen cuando se sienten vistos, validados y aceptados.
Liberemos a la infancia del peso de las etiquetas. No necesitan ser definidos por lo que les cuesta. Necesitan ser acompañados para descubrir todo lo que pueden ser.