11/10/2025
"Un niño de ocho años salvó a otro niño de un coche cerrado, lo que le hizo llegar tarde a clase y ser regañado. Pero pronto ocurrió algo inesperado.
El niño de ocho años corría por la calle, a toda prisa para ir a la escuela. Llegaba tarde a la clase de matemáticas y ya se imaginaba cómo la profesora, con su cara seria, lo regañaría de nuevo, ya sea por llegar tarde o por una respuesta poco clara. No soportaba esos momentos de humillación. Y hoy, además, el ascensor no funcionaba, lo que lo retrasaba aún más.
""Va a gritar otra vez... dirá que soy vago otra vez..."", pensó mientras cruzaba la calle apresuradamente.
De repente, su vista se posó en un coche gris aparcado al borde de la carretera. En el asiento del copiloto iba un niño pequeño, más o menos de la misma edad que su hermano. El niño lloraba, golpeaba el cristal con los puños y pedía ayuda con voz ronca. Tenía las mejillas rojas y la respiración entrecortada. Dentro del coche, hacía un calor sofocante. A su alrededor, no había ni un solo adulto.
El niño se quedó paralizado. Dos sentimientos luchaban en su interior: el miedo a llegar tarde a una clase importante y el horror por el pequeño, que claramente empeoraba. Pensó en su hermano: ""¿Y si fuera mi hermano y nadie lo ayudara?"".
Sin dudarlo ni un segundo, agarró una piedra pesada del suelo y golpeó el cristal con todas sus fuerzas. El cristal se hizo añicos y sonó la alarma. Metió la mano y sacó con cuidado al niño que lloraba.
Minutos después, una mujer llegó corriendo: la madre del niño. Su rostro estaba lleno de lágrimas y terror. El niño le explicó rápidamente lo sucedido. La mujer, abrazando a su hijo, le dio las gracias una y otra vez.
Y él, secándose las manos en la camisa, simplemente suspiró y siguió su camino hacia la escuela. De camino, solo pensó en qué decirle a la maestra.
Como era de esperar, la maestra lo recibió con gran indignación:
— ¡Otra vez tarde! ¡Cuántas veces! ¡Voy a llamar a tus padres a la escuela!
— Pero yo… —empezó, pero las palabras se le atascaron en la garganta.
— No me importa lo que estuvieras haciendo ahí fuera. ¿Cuántas veces te he dicho que no llegues tarde a mi clase? Siéntate, y mañana te espero con tus padres.
El chico se sentó en su asiento, pero en ese momento ocurrió algo inesperado. 😱😢 Continúa en el primer comentario. 👇👇"