06/09/2025
👉👉 El Salvador despierta sin homicidios, y lo hace de la mano de un presidente que no se atribuye el mérito, sino que levanta la mirada al cielo y reconoce que todo viene de Dios.
Durante décadas, la violencia parecía una condena inevitable. Familias enteras vivieron con miedo, con la incertidumbre de si sus hijos regresarían a casa. Pero ese dolor hoy se transforma en esperanza.
En sus redes sociales, Nayib Bukele escribió: “Quienes siempre dicen imposible, desconocen el poder de pedir sabiduría a Dios y aceptar ser instrumento de Él.” Palabras que no hablan de poder político, sino de fe, humildad y gratitud.
Mil días sin homicidios no son solo un logro de gobierno. Son la prueba de que lo imposible puede suceder cuando un pueblo cree, cuando hay decisión, y sobre todo, cuando se reconoce que nada se logra sin la voluntad de Dios.
Pero también hay una lección para todos nosotros: demasiadas veces creemos que nada puede cambiar. Que los gobiernos están tan podridos, que la corrupción está tan metida en la sangre, que lo único que queda es resignarse. Y entonces dejamos de luchar. Nos volvemos cómplices del mismo sistema que nos roba la esperanza.
Ese es el verdadero peligro: acostumbrarnos a la miseria, tolerar la injusticia, aceptar la vida como nos tocó sin siquiera intentar transformarla. Y cuando un pueblo se rinde, deja de existir.
Hoy El Salvador nos grita que siempre hay otra opción. Que sí se puede. Que una vida mejor no solo es posible, es un derecho. Y que cuando el hombre se atreve a creer, y se rinde a Dios, hasta lo imposible se vuelve realidad.