02/11/2025
✍️El ser humano y su olvido de la esencia✍️
El ser humano, esa criatura que se proclama dueña de la razón y del mundo, parece haber perdido hace tiempo el rumbo de su propia humanidad. Nació con la capacidad de crear, de sentir, de compartir, de transformar la tierra con sus manos y de elevar su espíritu con el pensamiento. Sin embargo, con el paso de los siglos, esa nobleza inicial se ha ido diluyendo entre el egoísmo, la codicia y la ingratitud. El ser humano ya no vive para convivir, sino para sobresalir; no ama para compartir, sino para poseer; no ayuda para aliviar, sino para recibir algo a cambio.
En su esencia, el ser humano es cambio. Pero no todo cambio implica evolución. Muchos de los cambios que hoy presumen de “progreso” no son más que retrocesos disfrazados de modernidad. Hemos avanzado en tecnología, pero retrocedido en valores. Aprendemos a comunicarnos con máquinas, pero olvidamos cómo hablar con el corazón. Nos hemos acostumbrado a medir la vida por lo que tenemos, no por lo que somos.
La ingratitud se ha convertido en una moneda corriente. El ser humano olvida fácilmente a quien le tendió la mano cuando estaba en el suelo. Cuando llega la gloria, la memoria se borra. Aquellos que fueron pilares en los momentos de oscuridad quedan relegados al olvido, porque el brillo del éxito enceguece el alma. Es una enfermedad del espíritu: cuando se alcanza una posición de poder, riqueza o reconocimiento, se pierde la humildad y se reniega del pasado como si fuera una mancha.
El interés es otro de los males que corroe a la humanidad. Ya casi nada se hace por bondad genuina; todo tiene un precio, un cálculo, una conveniencia. Se da para recibir, se ayuda para ser visto, se finge cariño por provecho. Las relaciones humanas se han convertido en contratos disfrazados de afecto. Donde antes había compromiso y lealtad, ahora hay frialdad y conveniencia. El ser humano moderno mira al otro como un medio, no como un fin; y cuando ese medio deja de servir, simplemente se desecha.
Y lo más triste es que el ser humano justifica su falsedad con frases vacías como “así es la vida” o “cada quien mira por lo suyo”. Se ha normalizado el desinterés por los demás, el desdén por la gratitud, la indiferencia ante el dolor ajeno. Se celebra la astucia, aunque nazca de la traición, y se desprecia la nobleza porque parece ingenuidad.
Con la gloria, el ser humano se olvida de las memorias. No recuerda las lágrimas que otros derramaron por él, ni los sacrificios que lo sostuvieron cuando flaqueaba. Se cree invencible, autosuficiente, eterno. Pero la vida tiene su modo de equilibrar las cosas: el tiempo pasa, las máscaras caen, y las mismas manos que un día despreciamos son las que podrían tendernos ayuda cuando todo se derrumba.
El ser humano, en su soberbia, se cree dios, pero ni siquiera sabe ser humano. Habla de amor y paz, pero vive compitiendo y lastimando. Busca llenar su vacío con objetos, con reconocimiento, con poder, sin entender que lo que le falta no está fuera, sino dentro. Se rodea de gente que le aplaude, pero huye de quien le dice la verdad.
Y sin embargo, a pesar de todo, aún queda una chispa de esperanza. Porque dentro de cada ser humano, por más corrompido que esté por el egoísmo y la vanidad, existe una voz interna que recuerda lo que un día fuimos: seres capaces de sentir compasión, de ser agradecidos, de amar sin condiciones. Tal vez esa voz sea débil, casi imperceptible, pero sigue ahí, esperando que alguien escuche y despierte.
Hasta entonces, el ser humano seguirá vagando entre su gloria y su olvido, entre su grandeza y su miseria, entre lo que aparenta ser y lo que en realidad es.
Escrito para el ser humano ,de mi puño y letra guiada por mi intuición y mis espíritus .
Su hermana Obadele Oni Shango
Att:HGS