24/08/2025
El eco de un Muro: La Gesta de Alcázar de San Juan
Aquí, donde el sol de La Mancha besa la tierra, yace más que una piedra; descansa el alma de Alcázar de San Juan. Este fragmento de muralla no es solo un vestigio del pasado, es un testamento épico grabado en el corazón de Ciudad Real.
Desde los albores de la historia, esta tierra fue crisol de culturas. Romanos que la llamaron "Alces", visigodos que dejaron su impronta y sarracenos que le dieron su nombre, "Al-Kasar", la fortaleza. Pero fue bajo el amparo de la Soberana Orden de San Juan de Jerusalén cuando su leyenda se forjó en acero y fe.
Estos muros, erigidos con la sabiduría de siglos, vieron ondear el estandarte de los caballeros hospitalarios. En su interior, se custodiaba el Gran Priorato, un bastión de poder y cristiandad en una tierra de fronteras. Cada piedra de este muro es un eco de las justas, las intrigas palaciegas y el fervor de una orden que marcó el destino de La Mancha.
Contemplar este resto es sentir el peso de la historia, imaginar las atalayas vigilantes oteando el horizonte en busca de enemigos, escuchar el murmullo de las tropas preparándose para la batalla y el rezo de los monjes guerreros en sus capillas. Es la herencia de un enclave estratégico, un faro de la Reconquista que hoy se erige como un monumento a la tenacidad de un pueblo.
Esta no es una simple ruina, es una cicatriz del tiempo que nos narra una epopeya de gigantes. Es el espíritu indomable de Alcázar de San Juan, que, como estos viejos muros, permanece en pie, desafiando al olvido.