
09/10/2024
Hoy he visto una escena que partió mi corazón. Frente a mis ojos, la vida me mostró lo frágil que es todo, lo incontrolable que es el destino. Vi a una mujer que siempre fue sinónimo de alegría y luz. Recuerdo cómo su risa resonaba en el parque frente a mi casa, tan llena de vida, tan despreocupada. Su presencia lo llenaba todo, su sonrisa era un reflejo de la serenidad y la plenitud que siempre parecían acompañarla.
Hoy, sin embargo, la encontré con un pañuelo oncológico en la cabeza, y su rostro, que solía estar adornado con esa sonrisa radiante, estaba apagado, marcado por una lucha invisible. Fue un golpe ver cómo la vida puede transformarse tan cruelmente, cómo la salud, ese bien tan preciado, no puede comprarse con todo el dinero del mundo. No importa lo buena que sea una persona, ni lo amada que sea. La enfermedad no discrimina, ni la bondad ni el amor pueden protegernos de sus garras.
Esa mujer, que siempre tuvo el cariño de su familia y amigos, que fue el centro de tantas risas y alegrías, ahora se enfrenta a una batalla que nunca imaginamos. La vi y sentí cómo una tristeza inmensa me invadía, cómo la injusticia de su sufrimiento rompía algo en mí. Porque esa alegría que siempre llevaba consigo, esa luz que parecía inextinguible, ahora estaba apagandose, amenazada por la enfermedad.
Es devastador cómo, aunque nos rodeen el amor y el apoyo, aunque seamos personas buenas, nada nos garantiza una vida larga o sin sufrimiento. Esa mujer ya ha vivido muchos años, pero no los suficientes como para aceptar que su tiempo se apague. No puedo dejar de pensar en cómo la vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, en cómo todos estamos a merced de lo inesperado.
El "Mes de Sensibilización del Cáncer de Mama”, se celebra en todo el mundo cada octubre, aumentando la atención y el apoyo prestados a la concientización, detección temprana, tratamiento y cuidados paliativos.