11/12/2025
El 11 de Diciembre del 2015 le daban a la Hna.Cecilia María el diagnóstico de su enfermedad.
Lo recordamos hoy (ya que algunos no habían podido leerla), con ésta crónica de quién ése día la acompañó.
CRÓNICA DEL DÍA DEL DIAGNÓSTICO DE LA HNA. CECILIA MARÍA
(Viernes 11 de Diciembre del 2015)
Previo a esos días, Ceci volvió de ayudar al Carmelo de Azul, y al retomar su oficio de tornera, cuando me hablaba me costaba escucharla. Un día le digo: “Ceci, no te entiendo lo que me decís, estoy sorda” a lo que ella me contesta: “ no Fabi, soy yo, tengo una llaga muy grande en la lengua y ya casi no puedo comer. Estoy a licuado y cosas blandas y ya me está afectando el habla”. Ahí nomás quedamos en ir a la Homeópata en Esperanza, pero el turno se canceló ya que la Dra. tuvo un imprevisto con su mamá. Igualmente la Madre Magdalena me pidió que la acompañe el Viernes 11 de Diciembre a la odontóloga “Marita” porque ya tenía una neuralgia muy grande y tal vez podía ser algún diente que estuviera molestando. Después de Misa partimos con la Hna. Ceci María a lo de Marita. Obvio que la charla con Ceci era fluida, y ella mu**ta de dolor no dejaba de contarme su experiencia de ir ayudar al Carmelo de Azul mientras esperábamos en el consultorio… hasta que la llaman….. Después de un rato no muy largo, sale del consultorio con la cara desencajada, sus ojos grandes a no dar más. Me mira, y sin decir palabra sigue camino a otro consultorio donde le harían una placa de rayos x. En ese instante sale la odontóloga, Marita, y me dice: “¿Fabi, vos tenés tiempo? “Si” le digo, “bueno entonces te pido este favor: ¡llevala ya!, acá, a dos cuadras al Dr. Carlos González especialista en cabeza y cuello, yo ya hablé con él y la espera ahora para verla. No me gusta lo que ví. Al ser tejido blando…, no es mi especialidad, pero a mi entender ¡estamos frente a algo grave!” Yo, a esa altura me estaba por desmayar, pero no, respiré hondo y me repuse. En eso justo viene Ceci con su placa en la mano riéndose de ver toda su linda dentadura y ahí Marita le comenta de ir al Dr. Gónzalez ya!. Marita no le dice nada más. Desconozco si estando adentro del consultorio Marita le dijo lo mismo que a mí, pero noté que Ceci estaba como un corderito… y me dice: “pero Fabi ¿vos podés?”…. “ ¡Sí!, claro que puedo, ¡vamos ya al Dr.!” … y así lo hicimos. Como quedaba a dos cuadras nos fuimos caminando, pero ya la conversación no era igual…..y yo me decía: ¿qué hago? Ya más silenciosas ambas…. Ella pone un bocadillo y me dice: “Marita me hizo ver las estrellas … cuando me tocó…casi la muerdo”. Yo a esa altura no sabía qué decir, porque tenía en mis oídos todavía resonando las palabras de Marita. Ceci interpretó mi silencio y comenzó a hablar de nuevo del Carmelo de Azul, y ahí me enganché de nuevo. En esas dos cuadras íbamos ya abrazadas y, sin querer, nos estábamos sosteniendo mutuamente. Yo sentía el peso de su cuerpo, y lo mismo me pasaba a mí … La cosa es que tanto entusiasmo le pusimos a la charla que nos pasamos una cuadra, y riéndonos tuvimos que volver. Y más nos reímos cuando vimos que habíamos pasado por la puerta de la clínica: que era fácil del identificar. Y es que las dos estábamos entre el proceso de shock y tratar de distraernos…. Llegamos finalmente y nos sentamos a esperar, y para no pensar, seguimos compartiendo su estadía en el Carmelo de Azul. Cómo será que a esa altura me comentaba hasta lo que había comido allá… En eso, el Dr. dice: “¡Sánchez!”, y Ceci me dice: “ no me dejes sola, entrá conmigo”. Y ahí entramos. El Dr. González estaba sorprendido por la monjita tan joven … Le pregunta la edad, y ella dice: “42 recién cumplidos” El Dr. no lo podía creer. Y así empezaron a charlar de todo un poco: especialmente de donde era Ceci. Y el Dr. comenzó a contar sus viajes, etc. La verdad que fue muy ameno. Entramos en clima de confianza, y Ceci se sintió muy cómoda con él. Hasta que él le dijo: “Me llamó Marita, ¿qué te anda pasando?. Y Ceci le dice: “y aquí estoy Dr., tengo una llaguita en la boca”. “Bueno” dice el Dr. “sentate acá que quiero verte”. Se pone los guantes y le toca la lengua. Ay!!!!, mi Dios!!! Ceci salta moviendo los brazos como queriéndole dar una piña al médico, y yo ahí me asusté mucho al verle la cara, y del gesto de dolor. “Bueno” dice el Dr.”sacate ‘esa cosa’ (por la toca), que quiero palpar los ganglios”. Ceci se levanta la toca, y el Dr. le dice “los tenés super inflamados” y termina diciéndole: “bueno, acomódate esa cosa”. Y cuando se da vuelta el Dr., sin que Ceci lo vea, porque le dá la espalda a ella, me mira y me hace un gesto con las manos moviéndolas en cruzado como que la cosa era grave, grave. Ahí me bajó la presión. Y acá puede ser que se me haya pasado algo del contexto de la charla y de lo dicho por el Dr., porque yo estaba respirando hondo para no desmayarme… tan mareada estaba. Pero lo que sí recuerdo perfectamente, es que cuando Ceci ya se había acomodado la toca y sentado al lado mío, el Dr. le dice en tono totalmente paternal: “Ceci Ceci, mirá, te voy a decir una cosa: yo sé que ustedes rezan por los demás, se ofrecen por demás, se ocupan de los demás…, pero yo te voy a pedir un favor grande”. A lo que Ceci nuevamente con voz corderito dijo: “Si, Dr. dígame”… y el Dr. le dice: “Bueno, ahora te vas a ocupar de vos, y te vas hacer esta tomografía (mientras anota), y me gustaría que te la hagas en tal…sanatorio y con el Dr. tal ….” “Bueno” dice Ceci “pero hacélo lo más rápido que puedas” le insistió él. A todo esto, el Dr. nunca le dijo qué era lo que él creía y Ceci tampoco preguntó. Siguieron hablando de viajes y otras cosas que ni recuerdo, porque estaba todavía pensando en el gesto que el médico me había hecho minutos antes. Y bueno, salimos. Ceci con la orden en mano. Y como la clínica está en una esquina, lo primero que hicimos es pararnos en ella para cruzar; pero Ceci no atina, porque se queda leyendo la orden. Luego alza la vista, me mira, mostrándome el papel, y me dice ya con voz triste y asustada: “¿Viste lo que puso en el diagnóstico?”. Le digo: “No Ceci, no veo, no tengo los lentes”. Y ahí con voz de más tristeza me dice: “Cáncer de lengua”. Fue un instante, pero pareció eterno… Y reaccioné a lo bruto, dándole un golpe en la espalda, queriendo en realidad darle ánimo. Aunque creo me salió medio fuerte, y diciéndole: “Ceci ¿viste que los médicos exageran los diagnósticos a veces para que pronto te hagan la tomografía? Pero Ceci se quedó sin respuesta, porque ella no se lo creía (y menos yo). Pero bueno, las dos sabíamos bien lo que estaba pasando: ella por el intenso dolor que sentía, y yo por lo que me dijo Marita y el gesto y cara del Dr. González. Y allí, sin medir palabras, nos abrazamos sosteniéndonos mutuamente… Y empezamos a caminar esas dos cuadras que habíamos caminado antes, en total silencio. Nuestros cuerpos nuevamente pesaban mucho. Yo me sentía sostenida por ella, y ella por mí, pero esta vez más abatidas. Sólo habló nuevamente cuando pasamos por lo de Marita y me dice: “¿le decimos a Marita? Yo le contesté: “No Ceci, vamos al convento. Ya tendrás tiempo de avisarle”. A lo que me contestó: “Sí, tenés razón, vamos directamente al convento”…. Llegamos al auto y al momento de separar nuestro abrazo de esas dos cuadras en que veníamos casi arrastrándonos…., cuando subimos al auto veo sus ojos grandes llenos de lágrimas. Obvio que nunca la había visto así… y le dije: “Ceci… si querés llorar…por mi no te hagas drama.” Ella, haciendo una respiración muy profunda, se tragó las lágrimas y me dijo: “no Fabi, ya está, vamos al convento”…..comenzamos a andar otra vez en silencio y en un momento dijo: “Cuánto para ofrecer… pensar que mi tío tiene cáncer y está sufriendo tanto” … “Uy Ceci no sabía” le dije… “Si pobrecito… bueno ahora es tiempo de ofrecer”… y de nuevo el silencio… Yo quería poner palabra pero estaba tan shockeada … y llegamos al convento. Y antes que abrieran la puerta reglar, nos dimos un abrazo bien fuerte diciéndonos lo mucho que nos queríamos … Y se abre la puerta, y oh ¿casualidad o providencia?... sin duda providencia… la Madre Magdalena nos abre la puerta: era lo que Ceci necesitaba en ese momento, el abrazo de su Madre tan querida recibiéndola. Se cerró la puerta y ¿yo qué hacía con el agujero que me quedaba en el corazón?... Me fui al auto rápido porque pensé ahora si me desmayo… venía aguantando… subí al auto y me quedé un rato en un mar de lágrimas tan contenidas de hacía varias horas… No lo podía creer: que desde las 9 hs. que habíamos salido a la odontóloga y ya casi las 13 hs…. un terremoto nos había sacudido tan misteriosamente … Y sin duda desde ese día mi vida cambió… como la de tantas personas… luego de ir enterándose… me imagino especialmente su gran familia…
Qué decir de más … sólo….Gracias Señor! Gracias Ceci!.... por este misterio de dolor y redención… que nos hace decir: “en la Cruz está la vida y el consuelo”.
Gracias Señor…..porque me dejaste vivir hermosos encuentros con ella y ese momento tan particular …… y tantos otros que vinieron después!!!!
Fabiana Retamal de Botta
Fabiana del Espíritu Santo ocds