13/12/2025
🚶♂️ La 8ª Etapa: Nájera - Santo Domingo de la Calzada.
¡Muy buenas paisanos!
¡Amantes de lo auténtico! Soy Faus, el viajero riojano, y hoy mi corazón late al ritmo suave de una jornada especial.
Esta etapa, caminando hoy, me trae recuerdos imborrables. Entre Nájera y Santo Domingo se celebra anualmente la Media Maratón del Camino, organizada por el Club Maratón Rioja de Logroño. Son 21 kilómetros de carrera popular que discurren exactamente por este trazado.
Y para mí, esta etapa es especial, porque... ¡fue la primera media maratón que corrí en mi vida! Hoy la hago caminando, con mucha menos prisa, pero con la misma emoción que me lleva, paso a paso, hacia Santiago de Compostela.
Dejo atrás Nájera para encarar la octava etapa de este Camino de Santiago, una ruta de escasos desniveles, tranquila, que me permite saborear la tierra que tanto amo.
Es cierto que, nada más salir de Nájera, toca afrontar una pequeña subida, y luego otra, más o menos a mitad de camino, justo antes de toparnos con el Club de Golf de Cirueña. Pero, en esencia, es un paseo. El itinerario transcurre mayormente por pistas agrícolas. Al principio, los viñedos me despiden con su promesa de grandes caldos, para ir dando paso poco a poco a los inmensos cultivos cerealistas.
Antes de llegar a Santo Domingo, levanto la mirada y se me clava en el horizonte, donde emerge la esbelta y majestuosa torre de la catedral de Santo Domingo de la Calzada. Es un fenómeno que frustra a muchos: la ves, avanzas paso a paso, pero la torre parece estar siempre en la misma línea, negándose a hacerse próxima. Esa torre barroca del siglo XVIII, que además es altísima, ¡nada menos que 69 metros! Fue Martín de Beratúa, el mismo genio que concibió las torres de la concatedral de Logroño, quien la diseñó. No contemplaremos torres barrocas tan hermosas como esta hasta llegar a Compostela, creedme.
Llego a Santo Domingo de la Calzada, una joya. Es aquí donde encontramos la Catedral, que alberga la cripta y el mausoleo del mismísimo santo (Domingo García). Pienso en él: Santo Domingo de la Calzada (1019 - 1109), un hombre que dedicó su vida a los peregrinos, construyendo puentes y calzadas. No en vano es hoy el patrón de los ingenieros civiles.
Y, por supuesto, no puedo hablar de esta catedral sin mencionar el famoso gallinero que hay en su interior, con su gallina y su gallo. Este testimonio vivo nos recuerda uno de los milagros medievales más célebres del Camino. El del joven peregrino alemán colgado que no murió porque Santiago lo sostenía. Y el del juez que, incrédulo, se burló diciendo que el muchacho estaría tan vivo como el gallo y la gallina asados que iba a comerse, ¡y en ese momento, las aves se levantaron del plato y el gallo cantó! De ahí el famoso dicho: «Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada».
¡Es una historia que pone la piel de gallina!
Antes de marcharme, tengo que hacer acopio de energía y, por supuesto, de dulzura. Pienso en los ahorcaditos, esos dulces típicos con forma de vieira, rellenos de crema de almendra, que son una maravilla de las pastelerías locales como Isasi o El Buen Gusto. Y si me acerco a las monjas bernardas, puedo conseguir sus borrachuelos, un hojaldre fino relleno de pudín de frutas.
Puesto que mañana dejaremos atrás mi amada comunidad autónoma, toca despedirse por todo lo alto. Es la oportunidad perfecta para buscar un restaurante en la calle Mayor y degustar un buen bacalao a la riojana.
Ahora a descansar y reponer fuerzas, un abrazo enorme paisanos.
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