19/10/2025
“ANIMAL”: EL VETERINARIO QUE NO SABÍA CURAR PERROS CON BOTAS DE MARCA
Antón no tiene TikTok, no sabe lo que es un “pet influencer” y todavía firma los papeles con bolígrafo de propaganda. Lo suyo son las vacas, los perros de monte y las visitas a domicilio en un 4x4 lleno de heno y botes de yodo.
Pero en la nueva serie de Netflix que está arrasando en varios países, “Animal”, lo vemos enfrentarse al mayor desafío de su carrera: dejar la aldea… para acabar en una boutique de mascotas de lujo, rodeado de bulldogs con ansiedad, gatos con terapeuta y chihuahuas en carrito.
Todo empieza cuando su sobrina Uxía, moderna, urbana y amante del nail art, lo invita a trabajar con ella en su tienda de animales para gente con tarjeta black. Lo que para ella es un cambio de aires, para él es una invasión alienígena.
—¿Y esto qué es? —pregunta Antón señalando una crema facial para schnauzers.
—Contorno de ojos, tío. Antioxidante. De mango y pepino.
—¿Pero no eran carnívoros estos?
Lo divertido es que, a pesar de ser un pez fuera del agua, Antón no pierde su humor ni su instinto: en cada episodio va aprendiendo (a regañadientes) que el mundo cambia… pero que lo esencial sigue siendo lo mismo. Porque, al final, un perro con abrigo de cachemir y otro lleno de barro solo buscan lo mismo: alguien que los quiera.
Entre situaciones delirantes, clientas que exigen que sus caniches coman solo comida keto y jefes obsesionados con las redes sociales, Antón se va haciendo un hueco. Sin filtros. Sin postureo. Con el alma de un hombre que no sabe hacer vídeos virales, pero sí escuchar el latido de un animal enfermo.
“Animal” no es solo una comedia con acento gallego y ternura rural. Es una bofetada cariñosa al consumismo pet-friendly y un homenaje silencioso a los que aman a los animales sin filtros de Instagram.
Y sí, hay momentos de risa, de ternura y hasta alguna que otra lágrima. Porque detrás del humor absurdo y las situaciones extremas, hay una verdad sencilla: los verdaderos cuidadores no llevan bata blanca… llevan barro en los zapatos, olor a campo en la ropa, y un corazón que no distingue entre razas, razas premium o razas adoptadas.
**
Antón no sabe si durará mucho en ese mundo de perfumes para perros… pero mientras pueda seguir ayudando, aunque sea con una mano en el ecógrafo y otra sujetando un beagle con jersey de lunares, lo hará.
—“Aquí los animales no ladran, se estresan”, —dice en un episodio.
—“Pues a mí me parece lo mismo, pero con WiFi.”
Y ahí está la magia de “Animal”: un mundo absurdo que se encuentra con la sabiduría de lo esencial.
Ankor Inclán