02/06/2025
El sector editorial es tan claro como las aguas fecales. Hace tiempo nos invitaron a presentar la editorial y, como estábamos hartas de contar siempre las mismas chorradas, le pedimos al público que fueran ellxs quienes nos preguntaran lo que quisieran.
Tímidamente surgieron algunas preguntas y también las típicas dudas existenciales, «¿cómo empezó Barrett a existir?», «¿cuántos euros habéis invertido en esto?»..., poco a poco, la gente fue viniéndose más arriba, y allí respondimos a cuánto cobramos, a las sospechas de si habíamos matado a alguien para conseguir nuestro objetivo, a las preguntas sobre quién nos cae como el c**o dentro del mundillo o cuánta pasta cuesta imprimir un libro de esos con los que es posible pagar la entrada de un piso.
Porque, ¿qué es una nueva edición?, ¿qué porcentaje de ingresos suponen las ayudas públicas en nuestra facturación?, ¿son rentables las ferias?, ¿cuánto cobran las demás personas implicadas?, ¿cuánto tiempo invertimos en hacer un libro?, ¿cuántos ejemplares vendemos en nuestra web?, ¿qué tipo de papel utilizamos?…
Son muchas las preguntas que pululan en el aire rancio, así que optamos por ser cristalinas y ofrecer una ayuda que en Barrett tuvimos en muy pocas ocasiones. Llevamos diez años aquí y hemos pasado momentos muy chungos en los que tuvimos que traficar con armas. Pagamos como buenamente pudimos a autoras, traductoras, editoras, artistas, etc., pero, a día de hoy, tenemos algo más de pasta y tratamos que esto mejore nuestras condiciones y además repercuta en nuestro entorno y en el bolsillo de quienes colaboran en cada libro.
Por ejemplo, en la página de créditos indicamos la cantidad de ejemplares que hemos impreso, para zanjar así con el típico debate de si diez ediciones han vendido diez mil ejemplares o diez libros. O también hemos llevado esta manera de entender la edición a la redacción de los contratos, simplificando el lenguaje legal absurdo que solo trata de crear confusión y aumentar la estupidez humana.
En fin, ahí vamos, aprendiendo y mejorando esos pequeños detalles a los que por inercia nunca se les dedica tiempo. Cuestiones morales que probablemente se esté planteando Netanyahu desde la playa.