29/01/2024
Debemos tener claro a qué nos referimos al hablar de agresividad vial. “No es solo el tipo que se baja de su coche enfadado y empieza a aporrear la puerta del otro, sino todo comportamiento que pueda provocar directa o indirectamente accidentes, malestar físico o emocional. Hay muchas actitudes asociadas a ese concepto, como no detenerse en un paso de peatones aunque haya alguien pasando, circular muy cerca de los ciclistas, pegarse al vehículo de delante, etc. Y, claro, reaccionar violenta o desproporcionadamente ante conductas ajenas”, explica Jesús Monclús, director de área de Seguridad Vial de la Fundación Mapfre.
El Instituto para la Seguridad Vial holandés (SWOV), remitiendo a la psicología clásica, divide las agresiones viales en ‘hostiles’ e ‘instrumentales’. En las primeras, una circunstancia del tráfico provoca un enfado que, a su vez, nos hace sentir la necesidad hostigar al conductor de otro vehículo. Aquí entrarían desde gestos obscenos o insultos hasta daños físicos. Las ‘agresiones instrumentales’, por su parte, son medios para lograr un objetivo. Aquí entraría el conductor que, para llegar antes a su destino, incurre en exceso de velocidad, ignora semáforos en rojo o intimida a otros con el claxon. Ambos tipos de agresividad, además, pueden solaparse o pueden encontrar respuestas similares en otros actores del tráfico.
Formamos parte de una sociedad muy competitiva y alienante, que nos exige ser los más guapos, buenos padres e hijos, excelentes trabajadores, etc. La frustración de sentir que no podemos llegar a todo nos machaca y nos hace actuar con violencia cuando algo, como un atasco o alguien que va lento, interfiere en nuestro camino”.Si la agresividad vial tiene mucho que ver con la psicología colectiva, falta por saber hasta qué punto el tráfico potencia nuestro yo más impulsivo.
En cuanto al comportamiento que más nos irrita de los demás en la carretera, en casi todas la regiones se apunta a los conductores que permanecen en el carril izquierdo todo el tiempo posible, especialmente cuando acaban cruzándose en el último momento para salir de la vía.
“No conduciré con temeridad, ni de forma negligente creando situaciones de riesgo o peligro, tanto para mi ni para los demás ocupantes de mi vehiculo a usuarios de la vía.
Seré diligente en mi forma de conducir y precavido en mis actos prestando la debida atención para evitar todo daño propio o ajeno y nunca nunca arriesgaré la máquina por considerarla una proyección física de mi mismo. (CIR 3.1)”
Proviene de la revista DGT.