
24/04/2025
✨ ¿Para qué sirve la poesía?
Gracias a Fundación Cuatrogatos por este bellísimo texto que acompaña La suerte de encontrar una caracola, de Juan Carlos Martín Ramos. Nos emociona ver cómo la poesía sigue abriéndose paso en los corazones grandes y pequeños 💙
¡Seguimos creciendo, soñando y leyendo!
🛒https://www.iglueditorial.com/libreria/la-suerte-de-encontrar-una-caracola/
¿Para qué sirve la poesía?, le preguntamos a Juan Carlos Martín Ramos, autor de "La suerte de encontrar una caracola". (Quinta parte y final).
—¡Ay, la poesía! ¡La poesía! ¿De qué estamos hablando? ¿Qué es la poesía? ¿Para qué sirve la poesía? ¿Es importante la poesía en la infancia y en la adolescencia? ¿Es importante, en general, que leamos poesía? ¡Demasiadas preguntas! ¿Y para qué?
Al fin y al cabo, para quien no tiene la menor curiosidad por saber lo que pasa dentro de sí mismo, la poesía es inútil.
Para quien no quiere construir su propia mirada sobre el mundo, la poesía es innecesaria.
Para quien no tiene la menor intención de salir al encuentro de la mirada de los demás, la poesía es una pérdida de tiempo.
Para quien no siente curiosidad por saber qué sucede al otro lado del horizonte, o en la cara oculta de la luna, o al final de un callejón sin salida, la poesía no tiene sentido.
Para quien no quiere jugar con las palabras ni sumergirse en el mar de sus múltiples significados, para quien no tiene ningún interés por descubrir el placer de leer poesía, la poesía no sirve para nada.
Además, ¿para qué tantas preguntas sobre la poesía si la poesía las contesta por sí sola?
“Muchas veces me he perdido por el mar / como me pierdo en el corazón de algunos niños.” ¿Es necesario explicar esto?
“Cuando el mozo se hizo viejo / pensaba: Todo es soñar. / El caballito soñado / y el caballo de verdad.” ¿Hay que añadir algún comentario?
“Llegó con tres heridas: / la del amor, / la de la muerte, / la de la vida.” ¿Les falta a estos versos alguna coma?
En fin, espero haber respondido. Solo añadiré que a mí la poesía me ha ayudado a crecer desde la infancia. Y aún sigo creciendo. Ya cuando era niño me agachaba para no darme un coscorrón al pasar por la puerta. Hace mucho que no quepo en mi casa. El mundo se me ha quedado pequeño. Por suerte, sigue habiendo un inmenso laberinto sin explorar en el corazón de las personas auténticas, sensibles, solidarias y comprometidas.