27/08/2025
Cesare Pavese decidió acabar con su vida el 27 de agosto de 1950. Poco antes de suicidarse, redactó esta carta a Pierina, seudónimo de su último amor Romilda Bollati, bailarina de Saint Pierre. Fue lo último que escribió.
Bocca di Magra, agosto 1950
Querida Pierina, he acabado causándote esta aflicción, o esta amargura, pero créeme no podía cumplir de otra forma. La razón inmediata es la inquietud de esta carrera en la que, sin bailar ni conducir, acabo perdedor, pero hay un motivo aún más cierto. Yo estoy, como se dice, al final de la vela.
Pierina, quisiera ser tu hermano, -primero porque de esa manera no habría una relación frívola entre nosotros, y además para que tú pudieses escucharme y creerme con confianza. Si me he enamorado de ti no es, como se dice, porque te desease sino porque tú estás hecha con mi misma levadura, actúas y hablas como haría yo, en cuanto hombre, si en vez de haber aprendido a escribir, hubiese tenido tiempo para aprender a estar en el mundo. En realidad, en lo que yo he escrito y en tus días cohabitan la misma elegancia y seguridad. Sé, por lo tanto, con quien hablo.
Sin embargo tú, por árida y cínica que seas, no estás al final de la vela como yo. Tú eres joven, increíblemente joven, eres como yo a los veintiocho años cuando, decidido a matarme por no sé qué decepción, no lo hice –tenía curiosidad por el mañana y por mí mismo- la vida me había parecido horrorosa pero aún así seguía teniendo interés en mí mismo.
Ahora es todo lo contrario: sé que la vida es preciosa pero yo ya no estoy en ella, todo gracias a mí, y que esta es una fútil tragedia, al igual que tener la diabetes o el cáncer de los fumadores. ¿Puedo confesarte, amor, que nunca me desperté con una mujer a mi lado que sintiese mía, que ninguna de las que amé me tomó en serio, y que ignoro la mirada de agradecimiento que dirige una mujer a su hombre? Y, ¿recordarte que, a causa de mi trabajo, siempre tuve los nervios tensos y la imaginación clara y preparada, y el gusto de ganarme la confianzas de los demás? Y, ¿que llevo cuarenta y dos años en el mundo?
La vela no puede quemarse por ambas partes –en mi caso la quemé entera por un solo lado y su ceniza son los libros que he escrito. No te digo todo eso para suscitarte piedad –sé cuanto esta significa, en tales circunstancias- sino para clarificar, para que no creas que cuando me enfurruñaba fuera por diversión o para mostrarme intrigante. Yo ya estoy más allá de la política. El amor es como la gracia de Dios, no nos sirve la astucia.
En cuanto a mí, te quiero, Pierina. Te quiero como una hoguera. Llamémoslo el último esguince de la vela. No sé si volveremos a vernos. A mí me gustaría – en verdad no anhelo otra cosa- sin embargo muy a men**o me pregunto qué te aconsejaría si fuera tu hermano. Lástima que no lo soy. Amor.
Pido perdón a todos
a todos perdono.
Vale?
No cotillen demasiado.
Cesare Pavese