01/08/2025
โพ๏ธJulio Romero: el sabio del montรญculo
Por Boris Luis Cabrera
En el bรฉisbol cubano, como en la literatura o en el cine, hay personajes que no necesitan gritar para dejar huella. Caminan con paso firme pero callado, enseรฑan sin grandilocuencias, ganan sin aspavientos. Uno de ellos es Julio Romero Socarrรกs.
Este aรฑo, mientras Industriales se preparaba para la 64 Serie Nacional, la noticia de su regreso como entrenador de pitcheo sacudiรณ la nostalgia, al tener de vuelta a un hombre que sabe lo que es estar en la cima, que ha sido historia y quiere volver a escribirla.
Culta, metรณdica, implacable, la figura de Julio Romero no se entiende solo desde sus estadรญsticas como jugador, aunque estas hablen alto: 148 victorias, efectividad de 2.31, mรกs de 1 600 ponches.
Romero lanzaba recetas de 98 millas, sliders letales que rompรญan con elegancia, y un cambio que caรญa como un golpe de ajedrez. Pero mรกs allรก del repertorio, lanzaba con la cabeza. Como quien resuelve un problema de ingenierรญa โsu otra carrera, junto a la de Cultura Fรญsicaโ en plena lomita.
Esa dualidad entre mรบsculo y mente es quizรกs lo que lo distingue entre tantos. A Julio lo rodea un aura de erudito del bรฉisbol. Uno que, mรกs que entrenar, forma. Que no busca solo brazos fuertes, sino cerebros atentos. Que insiste en el control del movimiento, en el estudio del bateador, en la respiraciรณn antes del lanzamiento.
Para รฉl, lanzar es un arte que empieza en los pies, pasa por la cadera y termina en la conciencia. Su paso por la selecciรณn nacional cubana y por equipos internacionales como Italia, Japรณn o Mรฉxico, le permitiรณ combinar lo mejor de la tรฉcnica moderna con la pasiรณn criolla. Siempre con una รฉtica impecable. Siempre con una obsesiรณn: mejorar.
Industriales no gana un tรญtulo desde hace mรกs de tres lustros. Un equipo que una vez fue sinรณnimo de dominio โdoce coronas, tres de ellas bajo la conducciรณn de Rey Vicente Anglada con Romero en el cuerpo tรฉcnicoโ ha vivido aรฑos de sequรญa.
Pero su esencia no ha mu**to. El Latino aรบn vibra y la camiseta azul tiene peso. Y es ahรญ donde el regreso de Julio Romero adquiere sentido: no como una operaciรณn nostรกlgica, sino como una apuesta seria por mantener el nivel de los lanzadores felinos, uno de los pilares del equipo.
Los bates pueden despertar en un instante, pero el pitcheo se cincela con tiempo, con repeticiones, con confianza. Y esa es su especialidad. Recuperar talentos caรญdos, darles estructura a los jรณvenes, enseรฑarles a leer el juego.
No serรก fรกcil. La competencia es feroz, los recursos limitados, y el tiempo, siempre breve. Pero si alguien puede transformar incertidumbre en sistema, es รฉl. Lo ha hecho antes.
En los pasillos del Estadio Latinoamericano su nombre se pronuncia con respeto. Los mรกs viejos lo recuerdan lanzando con los equipos de su natal Pinar del Rรญo, pintando ceros, dibujando strikes como quien firma obras. Los mรกs jรณvenes solo han oรญdo hablar de รฉl, pero saben que no cualquiera lanza un partido sin hits ni carreras ni se mantiene doce aรฑos en el equipo Cuba sin desgaste.
Ahora, con 75 aรฑos, Romero regresa no a buscar protagonismo, sino a ofrecer experiencia. A compartir, como tantas veces ha hecho, ese conocimiento que parece inagotable.
Lo hace sin estridencias, con la misma serenidad con la que enfrentรณ un dรญa a Barry Bonds o a Mark McGwire y les colgรณ ponches. Porque sabe que el pitcheo es tambiรฉn un arte de la paciencia, y que el bรฉisbol, como la vida, a veces premia a los que esperan el momento justo para volver. Y ese momento ha llegado.
Julio Romero estรก de vuelta. Y con รฉl, quizรกs, la esperanza de que Industriales vuelva a mirar al horizonte con hambre. Porque cuando en un montรญculo se mezcla la ciencia con el corazรณn, siempre hay razones para soรฑar.